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Manu Estrada, folklore del siglo XXI que llega desde las quebradas y valles jujeños

Hijo de una madre docente y un padre luthier (constructor de instrumentos), Manu Estrada es un músico popular jujeño con voz aguda. Vive en la Ciudad de Buenos Aires, tras unos años en Córdoba donde estudió composición, y está de gira por el interior de la provincia de Buenos Aires y el sur del país. …


Hijo de una madre docente y un padre luthier (constructor de instrumentos), Manu Estrada es un músico popular jujeño con voz aguda. Vive en la Ciudad de Buenos Aires, tras unos años en Córdoba donde estudió composición, y está de gira por el interior de la provincia de Buenos Aires y el sur del país. Antes de salir a ruta, el 9 de mayo tocó en Nempla en el barrio de Chacarita. Luego en Olavarría, Tandil, Las Grutas y San Antonio Oeste. El viernes se presentará en Fiske Menuco y el sábado 24 cerrará su gira en Bahía Blanca. Nació en San Salvador y de pequeño vivió en diferentes regiones del interior jujeño tanto de la quebrada como del valle, algo que marcó su carrera. “Viví en movimiento, supongo que eso fue formativo”, dice el cantante.
-¿Cómo fueron tus inicios en la música?
-Tenía un impulso natural musical de niño. Cantaba y tocaba mucho. Me tocó ocupar ese espacio entre las amistades, la escuela y todo grupo humano en el que estaba. Siento que hay mucha formación en esa etapa que tiene que ver con lo social y con la dinámica cultural de Jujuy, que provee ese espacio, lo permite y lo requiere. La familia estimulaba esa parte mía, me sentí muy a gusto desde niño. Más adelante en la adolescencia aparece la primera banda y las primeras experiencias laborales, empecé a contemplar la música como un trabajo. En los noventa en Jujuy hubo un movimiento grande de espacios bohemios desprendido del boom del folklore santiagueño que propone Jacinto Piedra, Peteco Carabajal y el Chango Farías Gómez. Mi padre, mis tíos y mi padrino los habitaban y teníamos un vínculo familiar con los amigos de mi viejo que eran poetas, músicos, bailarines; entre ellos mi padrino Marcelo Pichón Córdoba que fue compositor. Todo ese movimiento de historias fueron claves y formativas. Sobre todo, a la hora de pensar la composición y comunicarme con otras personas desde un lugar más seguro. Eran charlas en la mesa sobre poesía y filosofía.
-Desde lo musical, ¿cómo impactaron tus años en Córdoba?
-Estuve dos años en Córdoba Capital. Ahí pasó algo que está bueno: una cosa es lo constitutivo que te forma como músico y no tiene que ver con la formación teórica y técnica y sí con la formación de pensamiento. La decisión de estudiar música formal en la universidad te enfrenta con la parte técnica que yo no había tenido. Esos años en Córdoba fueron la entrada a ese universo teórico. Con todas sus dificultades y frustraciones que trae. Aquellos que han estudiado música comprenderán que hay una vara de acceso a la información y a la formación que yo sentí con un peso grande cuando llegué a Córdoba. Había gente de mi edad y más chica que dominaba el lenguaje musical a otro nivel, muy por encima del que yo podía comprender. Eso traza una brecha y al principio fue superarla y abrir el camino. Después me fui a vivir a Villa María a estudiar composición orientado en música popular. Fue una experiencia hermosa, superada esa instancia de enfrentarse al mundo universitario. La Universidad de Villa María recibe estudiantes de todo el país y el mundo. Fue un momento muy especial porque se proyectó toda la formación inicial que tenía que ver con un capital cultural y se mezcló con la práctica musical formal. Ordené la información y lo que quería y sabía hacer. Toda esa parte tiene que ver con la formación estructural del trabajo de un músico. Después volví a Jujuy unos años y ahora estoy radicado en Capital.

-¿Cómo está tu actualidad musical?
-Habitando Capital Federal y consolidando un paso por una ciudad que es gigantesca. El año pasado fue de mucho laburo, sacamos un disco que habíamos grabado en cuarteto. Estoy en la difusión de mis materiales discográficos, terminando de componer un disco y espero que este año pueda grabarlo. Seguramente sí porque no se puede contener demasiado (risas).

Manu Estrada, folklore del siglo XXI que llega desde las quebradas y valles jujeños
Manu Estrada.

-¿Te resulta difícil componer?
-Me resulta difícil elegir lo que va a ser compartido y grabado. El acto de componer, ha sido formado y acompañado por gente que ha puesto su oído y crítica de forma muy amorosa. Ya es una necesidad expresiva, que le da sentido a la vida. Es el qué hacer de uno, visto desde la óptica andina de qué es lo que hacemos en este mundo. Es un ámbito muy interno. Luego, la realidad de componer un trabajo y de elegir al respecto de ese material qué sirve, cómo grabarlo y con quiénes, es otra parte. A veces compongo y no las escribo, ni grabo y desaparecen. Se esfuman, se van. Estoy todo el tiempo en la práctica de componer, en ese compromiso de hacerlo y lo hago con mucha alegría todos los días, me hace muy bien, no me cuesta.

-Tus canciones hablan mucho de tu territorio, ¿es así?
-Ha sido una búsqueda. Poco a poco empecé a adoptar una especie de sitio en el lugar de donde hablar. Retomé algo que está presente en todo nuestro cancionero folclórico. Hablar de la tierra de uno, de lo identitario, de lo paisajístico, de la costumbre. Es algo viejo y constitutivo de nuestro folklore. Soy compositor y me voy a situar en el folklore que es el lugar en el que me formé y desde el que veo al mundo. Me parece valioso conservar esa mirada. Y después por otro lado estar dispuesto y sensible a lo que nos atraviesa en el tiempo que nos toca vivir. Hablar de un lugar situado, genuino, de lo que realmente conoce en profundidad que es el espacio/territorio en que uno habita y a su vez el hecho de estar presente y consciente de cuál es el formato de comunicación del mundo hace que se traslade que para quienes no conocemos un lugar, nos sentimos transportados. Si hablo de mi puente, de Puente Lavalle y hablo desde el lugar genuino que ese puente representa para mí, siento que eso es universal. Cualquier otra persona en otro puente del mundo puede sentir identificación con eso. A su vez, está el paisaje de las palabras y de la música que hace que sea un puente situado en un lugar y que genera una imagen ahí, pero la sensación en realidad, la emoción que eso produce va más allá del nombre del puente o de dónde está ese puente y esa es mi búsqueda compositiva. Hablar del lugar y la exploración musical son el motivo en el que ando dando vuelta y siento que hay un camino, una tarea que desandar, que hay muchas cosas para decir y en eso estoy ahora.
-¿Cómo preparaste los conciertos de esta gira?
-Venía tocando con banda, salir a tocar solo no es nuevo, es la primera forma que aprendí a hacer música, pero todo el año pasado venía laburando de otra forma y ahora me encontré en el escenario solo y con una guitarra nueva también. Hay un plan de concierto pero que no está totalmente cerrado, se va modificando conforme a lo que pasa en el lugar en el que estamos. No me pasa hace mucho que me encuentro con gente que conoce mis canciones o escuchar a alguien que está cantando las letras y que se las saben completas. Hoy y espero que siempre me generan una sensación extraña muy linda y de sorpresa. Yo nací muy lejos de aquí y cuando uno cae en cuenta de eso y que está en un lugar tan lejano y que sus canciones se saben le da sentido a todo. Es un poco andar la ruta, hacer la gira, proponer una dinámica de canciones y confío en que cuando termine el proceso de girar tenga para grabar un repertorio y generar un proyecto en vivo grabado. Ese es mi deseo principal. Por eso lo dejo abierto y voy tratando de que se construya en el camino.
-¿Quiénes te acompañan?
-Venimos girando con el Agus Galván y Lucas Salvi que son dos hermanos, amigos y colegas músicos. Ahora poniendo energía en la producción. Ellos tienen un proyecto cultural que se llama Cetacio Producciones. Nacen en Las Grutas y San Antonio Oeste que es el lugar donde vamos a encontrarnos con la familia de ese equipo que vienen pensando y trabajando lo que llamaríamos la federalización de la música que no es más que el trabajo que hemos hecho toda la vida los músicos de andar, conocer lugares y otras personas. Desde una óptica lo comprenden como constructor de identidad como algo importante en términos culturales. Estoy feliz de trabajar con ellos. Nos divertimos y la pasamos muy bien.



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