Figura imprescindible del activismo travesti trans en la Argentina, Susy Shock lleva más de dos décadas tejiendo desde el sur un recorrido singular, donde conviven el arte, la militancia, la docencia y la autogestión. Su último libro, La Loreta/Pibe roto, y el disco Revuelo sur la tienen de gira por distintas provincias, en una apuesta …
“Si no estás en tu deseo, estás en la vida de prestado”

Figura imprescindible del activismo travesti trans en la Argentina, Susy Shock lleva más de dos décadas tejiendo desde el sur un recorrido singular, donde conviven el arte, la militancia, la docencia y la autogestión. Su último libro, La Loreta/Pibe roto, y el disco Revuelo sur la tienen de gira por distintas provincias, en una apuesta política y poética por el encuentro cara a cara, por la resistencia desde el cuerpo, la música y la palabra.
Poeta, cantante, actriz, escritora y pedagoga del deseo, despliega en cada presentación con su Bandada de Colibríes una invitación a desobedecer lo establecido, a reivindicar lo colectivo, a buscar sentido incluso en tiempos donde todo parece en caída libre. “Hay que seguir el arte, no solamente para ser artistas, sino para ser personas más creativas, que es lo que está necesitando esta época”, dice en esta entrevista donde habla de los inicios, de sus inspiraciones, del colapso del sistema, de las juventudes que toman la posta y de las nuevas formas de crear comunidad.
–Sos una referencia para muchas personas y siempre tenés palabras de aliento y resistencia. ¿De dónde sacás tanta fuerza?
–Es la pregunta que más me hacen. Como si tuviera una fórmula mágica… Creo que tiene que ver con tener proyectos, con proyectarse en serio. Y preguntarse: ¿estás en lo que sos, en tu deseo? Yo soy una tipa que anda en su deseo desde siempre. Eso te sostiene. Todo eso que el new age sorete nos ha robado, y entonces ha perdido consistencia, como la palabra sueños. También creo que tenemos que insistir con mirarnos: ¿dónde andábamos cuando cambió el gobierno? ¿Dónde andábamos cuando nuestra dirigencia nos falló? ¿Dónde andamos cuando el planeta se viene abajo? Son las preguntas en esta época de colapso del capitalismo. Milei, Trump son las personas que el sistema necesita para inventarse que está vivito, pero en realidad ya se está cayendo. ¿Y estamos en condiciones de afrontar algo que no sea el capitalismo? Ni siquiera es una discusión de este gobierno o del próximo, sino que tiene que ver con cuestiones humanas profundísimas. Todo lo que venga en este país va a ser duro, entonces hay que estar bien parades, sabiendo quiénes somos, qué queremos. Si no, es estar de prestado en esta vida.
–¿Qué personas te inspiraron en este recorrido?
–Primero, mi papá y mi mamá. Un obrero textil y una ama de casa que después fue portera. No leyeron a Foucault ni a Judith Butler, pero supieron abrazar la infancia que trajeron al mundo. Y eso fue clave. Después, maestras y maestros que me marcaron mucho: la señorita Dolores, a quien homenajeé en mi libro Crianzas; Héctor Propato, docente de teatro; y, por supuesto, Lohana Berkins y tantas compañeras que me acompañaron desde el arte y la militancia.
–Tus espectáculos son una mezcla: textos, tango, folklore, performance. ¿Cómo los pensás?
–Ya ni sé, pero sí sé que me entiendo como una artista escénica. Me cuesta escribir algo que no pase primero por mi cuerpo, por el escenario. Hay una necesidad de comunicar sabiendo que hay alguien que va a recibir eso. Y eso es político también. Lo importante es no perder la idea de lo colectivo.
–El año pasado estuviste de gira por Europa. ¿Cómo fue esa experiencia?
–Hermosa. Estuvimos en Berlín, Barcelona, Madrid, Bilbao, también en Italia. Y lo más lindo fue el abrazo de nuestra propia tribu allá. Porque están lejos, pero necesitan un ratito de país, de canciones, de escuchar la tonada. Hicimos funciones y también conversatorios con los colectivos que sostienen Argentina no se vende. Fue potente. Y claro, una lleva el último disco, pero en verdad es toda una obra la que se comparte.
–¿Cómo nació el streaming Fufú Radio y qué lugar ocupa hoy?
–Nace tras nuestras experiencias en Radio Nacional, donde hacíamos Brotecitos y La Cotorral con Marlene Wayar. Cuando cambió el gobierno, quisimos que esa comunidad supiera que seguíamos. Entonces la gente más joven que nos rodea propuso estos modos del streaming, que siento que es un código que le funciona bien al piberío. Yo siento que hay algo que necesita estar más armadito, que no sea solamente la improvisación de prender la cámara y empezar a hablar de cualquier cosa. Es un momento muy importante como para decir cualquier cosa. Creo que las ideas necesitan más cocción y que no nos tenemos que perder por el apuro al que nos invita la época. Todo lo contrario. Así que es una experiencia con la que no estamos en ninguna carrera ni pelea de rating ni todas esas cuestiones. Hay muchos más programas que van a nacer, y también es muy rico pensar que tenemos mucho tiempo y que nada nos corre. El espacio es nuestro, para las voces travestis, trans, no binarias. Cuando alguien tiene ganas, lo prende y se pone a hablar. Y también podemos esperar, porque hay ideas que madurar.
–En tus giras por el país, ¿qué clima encontrás en este contexto político?
–Hicimos una apuesta fuerte con mi banda. Después de presentar el disco el año pasado, decidimos salir a girar. Entonces agarramos el carromato y salimos. Y yo, en los videos, invito: «Nosotres vamos, ustedes llenan los lugares». Y es lo que está pasando. También está esa idea de que si el Estado no nos lleva, pareciera que no sucede nada. Y yo creo que somos experiencias que muy pocas veces fuimos llevadas por el Estado a recorrer el país. Somos artistas de autogestión. Yo recorrí el país antes gracias a un montón de juventudes, previo al debate del matrimonio igualitario o en medio de todo eso, que juntaban plata en sus provincias, parábamos en sus casas, armábamos funciones, se llenaban y con eso vivíamos. De alguna manera, esta gira es inyectar esa energía y valorar también la autogestión. Hasta ahora es hermoso lo que pasa. En cada función invitamos también a armar altares.
–¿Altares?
–Sí. Generalmente los arman las travas locales. Es muy bello, porque no solamente están los símbolos de cada lugar al que llegamos, sino también las imágenes de quienes ya no están, y eso le da un peso de espiritualidad muy hermoso. Siento que hay algo del ritual que hay que retomar en un momento tan frívolo, tan pequeñito en los términos de profundidad. Hay que parar la pelota y decir que nos seguimos importando. Hay un montón de cosas que nos siguen importando, y un montón de personas también. Y un montón de lo que nos constituye que nos sigue importando. Entonces, si esta gira sirve para posicionarse desde ahí, y para diferenciarse políticamente de esta época de porquería, bienvenido sea.
–¿Sentís que hay nuevas generaciones que están tomando la posta?
–Siento que hoy hay mucha gente valiosa, una juventud que tiene una memoria muy hermosa, que creció con los nombres de Lohana, de Diana Sacayán. Inclusive sin haberlas vivido personalmente. Eso habla de una memoria colectiva que tenemos. Yo no sé si desde lo nuestro saldrá eso. Quizás tengamos que estar construyendo la posibilidad de otras narrativas desde lo comunitario. Yo viví en un país que tuvo esa tríada fabulosa, Berkins, Sacayán y Wayar, y antes a Nadia Echazú, que construyeron este país. Y fue muy groso, pero también muy inédito transitar un país con semejantes cacicas todas juntas. Eso no tiene por qué repetirse. Entonces, estábamos soñando un país porque creíamos que había un planeta con futuro. Y hoy no sabemos si hay futuro. Entonces, ¿cómo nos reinstalamos en ser personitas soñando bajo el abismo de sentir que no hay futuro? Eso implica nuevos desafíos políticos, pero también emocionales y espirituales, para que lo que venga nos encuentre en nuestra propia agenda. Y eso no lo veo en nuestra dirigencia ni en nuestros partidos políticos. Yo creo que el arte se anima de a poquito, muy sutilmente todavía, a esbozar algunas preguntas con respecto a esto. Y hay que ir por ahí. Hay que seguir el arte. No solamente para ser artistas, sino para ser, en todo caso, personas más creativas, que es lo que está necesitando esta época.
Susy Shock en vivo
Próximas presentaciones de Revuelo Sur con la Bandada de Colibríes:
-7 y 8/8 en el Teatro Rosita Avila, San Miguel de Tucumán.
-10/8 en Finca Buena Vida, Famatanca, Catamarca.
-13/8 en el Capec, Tilcara, Jujuy.
-20/9 en el Centro Cultural Desafíos, Neuquén.
-3 y 4/10 en Misiones.
-8/11 en Paraná, Entre Ríos.
Libros, escuelas, infancias y otro tipo de éxito
El último libro de Susy Shock, La Loreta/Pibe roto, fue presentado en la pasada Feria del Libro, pero Crianzas – Historias para crecer en toda la diversidad, editado en 2017 por Muchas Nueces, sigue siendo su texto más cercano a las infancias y las escuelas.
“Ese libro nació en formato radial, en tres minutos que irrumpían en la programación de las radios nacionales”, cuenta. La propuesta surgió de la cooperativa La Vaca y se convirtió en una herramienta pedagógica fundamental.
“Fue la docencia la que lo abrazó y lo llevó a las aulas”, revela.
El libro, en el que una tía travesti les habla —desde el amor que le genera su sobrino Uriel— a las familias, la escuela, los vecinos, de la importancia de dejarnos ser quienes somos, permitió introducir debates profundos, como el uso de la palabra trava en vez de mujer trans, con un lenguaje accesible y cotidiano.
“Lo emocionante es ver cómo las infancias se lo apropiaron. A veces me pasa que vienen y me piden que les firme el libro con su nuevo nombre, después de haber transicionado. Me lo traen y quieren que vuelva a firmar con la misma letra, pero con el nombre elegido. Eso me conmueve muchísimo”, comparte.
Crianzas fue también una herramienta de autogestión: gracias a sus ventas —que no figuran en rankings ni suplementos culturales— se financió el primer libro de Marlene Wayar, Travesti, una teoría lo suficientemente buena, publicado por la misma editorial.
“Esas son nuestras pequeñas grandes victorias. El éxito, para nosotras, tiene otro nombre: se llama comunidad”, subraya orgullosa Susy.