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“Hijas del maíz”, cuando el parto se vuelve trinchera para sanar heridas y crear nuevos vínculos

En el sur de México, una de las regiones más golpeadas por la violencia patriarcal, un grupo de mujeres indígenas desafía la exclusión con una práctica profundamente política: acompañar nacimientos. Hijas del maíz, documental dirigido por Alfonso Gastiaburo, sigue el trabajo de una partera y una educadora en el hogar Yach’il Antzetic, en San Cristóbal …


En el sur de México, una de las regiones más golpeadas por la violencia patriarcal, un grupo de mujeres indígenas desafía la exclusión con una práctica profundamente política: acompañar nacimientos. Hijas del maíz, documental dirigido por Alfonso Gastiaburo, sigue el trabajo de una partera y una educadora en el hogar Yach’il Antzetic, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Allí asisten a mujeres de comunidades originarias que, como ellas, han sido víctimas de violencia. Pero no se trata sólo de dar a luz: se trata de transformar el parto en un espacio de sanación, de recuperar lo perdido, y de sembrar otras formas de vida.

“Una de las cosas que más me movilizó para hacer la película es cuando empecé a vislumbrar un tipo de soledad que nunca se me había pasado por la cabeza: lo que significa para una mujer parir sola, sin tu pareja”, cuenta Gastiaburo. Esa escena lo marcó: Norbelia, una de las protagonistas, no podía parir. Su pareja había desaparecido. El cuerpo parecía resistirse: “Tenía contracciones fuertísimas, un sufrimiento terrible. Estuvo como dos días sin poder parir”.
Casi no filmaron. “Algo que iba a ser lindo se transformó en algo terrible”. En el momento más desesperante, Mari –la partera– le dijo: “Vos sabés que si este imbécil viene, Norbelia tiene el parto en cinco minutos. El cuerpo de ella lo está esperando”.

Norbelia probó distintas posiciones hasta que encontró alivio aferrándose a una sábana colgada del techo. “Ahí se calmó. No levantó la mirada del piso durante casi 24 horas”, recuerda Gastiaburo. En un momento, Mari se acercó, le apoyó una mano en la espalda baja y otra en el pecho. Comenzaron a respirar al mismo ritmo. “De repente, Norbelia levantó la mirada, dejó de sentir dolor, empezó a respirar distinto. Se miraron. Conectaron. Eso es la película que quiero contar”.

Pero esa escena no quedó registrada. Entonces, ¿cómo narrar lo invisible? Ese fue el desafío tras el pedido de Sandra Lorea, argentina y codirectora del hogar junto a las Maris, luego de la muerte de su fundadora, Lucha García. Hermana del obispo Samuel Ruiz, figura clave en la formación del EZLN, Lucha había abierto ese espacio en pleno territorio zapatista.

“En Chiapas se siguen hablando siete lenguas mayas”, señala Gastiaburo. “Esa es la zona tzotzil, pero llegan mujeres que hablan otras lenguas.” Desde hace décadas, en el hogar traducen conceptos del español a las lenguas originarias. “Vi cómo intentaban traducir ‘pobreza’. No tienen ninguna palabra que defina eso”. Y lo que descubrieron fue revelador: “Para ustedes, pobreza es no tener cosas. Para nosotras, pobreza es quedarte sin comunidad”.

Las mujeres que llegan al hogar han sido expulsadas de sus comunidades por embarazos no deseados. Están solas. Y ahí se comprende la potencia política del trabajo de Yach’il Antzetic: reconstruir comunidad desde lo más roto. Aunque la cámara sigue a una partera y una educadora, lo que irradia el documental es algo más difícil de expresar: una fuerza creativa asombrosa para enfrentar todos los males de este mundo.

“Todas las historias que escuché ahí te las encontrás acá, en cualquier barrio popular”, dice Gastiaburo. Pero en los territorios autónomos zapatistas eso cambió. “El lugar de la mujer cambió abruptamente. Las insurgentes se fueron ganando su lugar de una manera muy contundente. Y aunque afuera de esos territorios es muy distinto, la influencia del zapatismo irradió a todas las comunidades indígenas.”

Como ejemplo, Sandra le comentó hace poco que trabajan con una comunidad donde “todas son mujeres jóvenes de 20 años sin hijos. Algo imposible de ver en Chiapas antes del zapatismo”. El documental no elude la complejidad de los vínculos con los varones. En un momento, Gastiaburo quiso entrevistar al padre de los hijos de Mari: “Ella sí tuvo un vínculo amoroso. Pero tiene un conflicto muy fuerte: por qué yo pude cambiar y él no.”

Hijas del maíz da testimonio de todo eso. De los dolores, las luchas y también de las respuestas colectivas. “Las mujeres se han llevado la peor parte de la violencia –reflexiona Gastiaburo–, pero son las que, en ese contexto, plantean posibilidades de pensar un mundo y relaciones humanas distintas”.

Hijas del maíz

Guion y dirección: María Pérez Díaz, María Hernández Guzmán, Camila de la Luz Pérez Díaz, Iromi Itzel Hernández Hernández, Sandra Lorea, Norvelia Guadalupe Solís Vázquez. Todos los días a las 20:30 en el Cine Gaumont, Av. Rivadavia 1635, (CABA). Hasta el miércoles 6/8, inclusive.

Hijas del maíz es una producción que conmueve e invita a pensar.



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