El rock argentino perdió a uno de sus pioneros. Este domingo 7 de septiembre, en Río de Janeiro, murió Kay Galifi, guitarrista de Los Gatos e integrante de la formación que en 1967 grabó “La balsa”, la canción que dio origen al rock en castellano. Tenía 77 años y, aunque desde hacía décadas vivía en …
Murió Kay Galifi, guitarrista de Los Gatos y pionero del rock en Argentina

El rock argentino perdió a uno de sus pioneros. Este domingo 7 de septiembre, en Río de Janeiro, murió Kay Galifi, guitarrista de Los Gatos e integrante de la formación que en 1967 grabó “La balsa”, la canción que dio origen al rock en castellano. Tenía 77 años y, aunque desde hacía décadas vivía en Brasil, su nombre está inevitablemente ligado a una revolución cultural que cambió la música latinoamericana para siempre.

Nacido en Sicilia en 1948 y criado en Rosario desde los dos años, su documento lo registró como Cayetano Galifi. Sin embargo, en la adolescencia decidió rebautizarse “Kay”, un nombre que lo acompañaría a lo largo de su carrera artística. En Rosario fue parte de Los Halcones, una de las tantas bandas juveniles donde también tocaba el baterista Oscar Moro. La vida de ambos quedaría marcada pocos años después, cuando se cruzaron con Litto Nebbia y Ciro Fogliatta para dar forma a Los Gatos, la banda que abriría la puerta al rock en español.
La historia es conocida: en 1967, en medio de un clima de censura, dictadura y agitación cultural, Los Gatos grabaron el simple “La balsa”, compuesto por Nebbia y Tanguito. La canción vendió más de 200 mil copias y se convirtió en el grito de una generación que buscaba expresarse en su propio idioma. Con su guitarra, Kay Galifi aportó un sonido fresco y distintivo a un disco que también incluyó himnos como “Ayer nomás” y “El rey lloró”.

En paralelo, la vida de los músicos transcurría entre la precariedad y la bohemia. “Dormíamos en pensiones, a veces en colectivos o en baños de cine”, recordaría Galifi años más tarde. La Perla de Once y La Cueva, dos lugares que con el tiempo se volvieron míticos, eran el refugio de esa camada de jóvenes que empezaba a darle forma a una nueva cultura urbana.
Kay grabó con Los Gatos tres discos fundamentales: Los Gatos (1967), Viento dile a la lluvia (1968) y Seremos amigos (1968). Pero su destino tomó un rumbo inesperado. En 1968, durante una gira por Río de Janeiro para participar del Festival Internacional de la Canción, conoció a una mujer brasileña y decidió quedarse a vivir allí. Tenía apenas 20 años y dejaba atrás una carrera que recién comenzaba, aunque sin saberlo ya había asegurado su lugar en la historia.
En Brasil estudió música académica, se convirtió en docente universitario y desarrolló una vida alejada de los flashes. Su sobrino, Alejandro Bassini, contó que Galifi sufrió un cuadro de hipertensión que derivó en un edema pulmonar: “Hizo toda su vida en Río de Janeiro. Fue docente en la Universidad del Estado, ahí tuvo sus parejas y a su hija. Por eso sus restos quedarán allí”, explicó.

El reencuentro con sus viejos compañeros llegaría recién en 2006, tras casi cuatro décadas sin contacto. Primero fueron correos electrónicos interminables, en los que recuperaron anécdotas y afectos; después, la reunión en persona y finalmente el regreso a los escenarios. En 2007, Los Gatos celebraron los 40 años de “La balsa” con conciertos en Rosario, Buenos Aires y una gira por Latinoamérica. Para Galifi, fue una especie de cierre poético: volver a tocar esas canciones que lo habían hecho eterno, antes de regresar al silencio elegido de su vida en Brasil.
Aunque su nombre no tuvo la visibilidad de otros compañeros, su rol fue decisivo. Su oído curioso y su búsqueda lo habían llevado, de adolescente, a experimentar con guitarras eléctricas caseras, inspirado por los Teen Tops mexicanos. Ese espíritu inquieto fue el que plasmó en las grabaciones de Los Gatos, donde aportó acordes que definieron el ADN del rock argentino.
Con su muerte, el rock nacional pierde a un protagonista de aquellos primeros días en los que cantar en castellano era una apuesta riesgosa y desafiante. Kay Galifi eligió otro camino, lejos de la industria y las luces, pero su guitarra quedó grabada en los surcos de vinilo que marcaron a varias generaciones.