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Rescate a cara descubierta

Las ventas de dólares por parte del Ministerio de Economía continuaron firmes toda la semana, a la espera de novedades desde Estados Unidos, que llegaron el jueves a última hora. El secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, confirmó mediante un posteo: “hoy compramos directamente pesos argentinos”, una forma de decir que vendieron dólares en el …


Las ventas de dólares por parte del Ministerio de Economía continuaron firmes toda la semana, a la espera de novedades desde Estados Unidos, que llegaron el jueves a última hora.

El secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, confirmó mediante un posteo: “hoy compramos directamente pesos argentinos”, una forma de decir que vendieron dólares en el mercado, para sostener las cotizaciones. Inaceptable intromisión en el mercado de cambios argentino. En paralelo, señaló: “hemos finalizado un marco de swap de divisas de U$S 20 mil millones con el Banco Central de Argentina”. Según el funcionario, “el Tesoro de EE UU está preparado para tomar medidas excepcionales para proporcionar estabilidad a los mercados”.

Bessent no pasó por alto los controles futuros, al indicar: “el ministro Caputo me informó de su estrecha coordinación con el FMI respecto a los compromisos de Argentina en el marco de su programa”. Total coordinación entre el FMI y el Tesoro norteamericano.

El gobierno de Trump terminó haciendo, por el momento, caso omiso a las críticas por avanzar con el salvataje a Javier Milei, cuando por el otro lado decía que “no hay plata” ante el “cierre” del gobierno norteamericano. Cabe resaltar el agudo comentario del Nobel de Economía Paul Krugman, publicado en el New York Times, en el cual sostiene que el intercambio de monedas de Bessent “no sólo fue un intento de rescatar a la versión argentina de Elon Musk, sino también a sus colegas de los fondos de cobertura”.

Por su parte, los demócratas no se quedaron quietos. Una de los principales referentes de este partido, Elizabeth Warren, expresó: “Donald Trump cerró nuestro gobierno. Pero está abierto a desembolsar U$S 20.000 millones para su aliado político en la Argentina. Tenemos un nuevo proyecto de ley para detener este rescate y poner a ‘Estados Unidos primero’”.

Adicionalmente, otro motivo importante del plan de “ayuda” lo resaltó Bessent, siguiendo la línea de sus anteriores intervenciones y visitas, tal cual comenté aquí una semana atrás: “el éxito de la agenda de reformas de Argentina es de importancia sistémica, y una Argentina fuerte y estable que ayude a anclar un hemisferio occidental próspero es de interés estratégico para Estados Unidos”.

Ante estas acciones, cabe preguntarse: ¿hasta dónde llegarán las concesiones no manifestadas aún, que habría que hacer, y que el gobierno libertario, con su adhesión incondicional, realizaría sin dudar? ¿Cuánto se le tendrá que pagar, no sólo en intereses por los fondos que presten, sino en términos de concesiones en temas estratégicos? ¿Cuánta soberanía se perderá?

Periódicos anglosajones como el Financial Times y The Guardian publicaron notas críticas sobre la situación argentina. El primero tituló: “los argentinos pierden la paciencia con la economía de Milei”, mientras que el segundo encabezó con un: “Quemando la casa: Milei se hace pasar por estrella de rock mientras la economía argentina se desploma”. Según el Financial Times, el “fracaso de Milei” para acumular reservas “trajo inquietud en los inversores, lo cual llevó a la liquidación de activos argentinos”.

Mientras se esperaban novedades, para ayudar a tranquilizar a los mercados, Kristalina Georgieva, titular del FMI, dijo que “la Argentina está llevando adelante un programa de ajuste muy drástico. El éxito va a depender de lograr que la gente acompañe”.

Allí trajo un ejemplo de su región “en mi parte del mundo, en Europa Central y del Este, tuvimos ejemplos de líderes valientes que hicieron cosas muy difíciles, recortaron pensiones y salarios en un 40% o 50%, y fueron reelegidos. ¿Por qué? Porque lograron que la gente los acompañara”. Luego reconoció que ello no es fácil: “El paso más importante y el más difícil es involucrar a la gente. Hacer que comprenda que el creciente déficit y el mayor gasto público no necesariamente les benefician (…). Todavía no hemos descubierto cómo hacerlo, cómo involucrar a la gente con nosotros en situaciones que son difíciles”. La presidenta del FMI no tiene ningún problema en que los argentinos sean sometidos a un “esfuerzo” con recortes de jubilaciones y salarios del 50%, y encima pretende que lo hagan con gusto. Una alquimia difícil de hallar.

Me interesa rescatar un punto de Georgieva: haciendo referencia a los demás países, sostuvo que la reducción del déficit no puede basarse sólo en el ajuste del gasto, sino que también se requieren políticas que expandan la actividad, ya que si esto ocurre aumentaría la recaudación. No es algo que coincida con el programa económico argentino, que tanto alaba la titular del FMI.

Pero el gobierno de Milei insiste sólo en recortar. Los resultados están a la vista, una economía estancada, con un sector productivo que no solamente ha sido abandonado a su suerte, sino que padece las políticas de apertura importadora, el achicamiento del mercado interno y las consecuencias de los desajustes financieros que se expresan en tasas de interés altas y volátiles y un tipo de cambio que genera desconfianzas.

Cuesta creer cómo los argentinos y las argentinas de a pie podrían salir beneficiados o ver los frutos de reformas como la impositiva y la laboral, que propician un cambio de precios relativos en contra del salario y de sus derechos.

El límite dentro del Parlamento

En la sesión del miércoles en Diputados se alcanzó el quorum para tratar la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) y se lograron las mayorías para la aprobación en general. No obstante, el proyecto volvió al Senado debido al rechazo del artículo 3, que establecía un plazo de 90 días para que el Congreso deba tratar los DNU.

El gobierno consiguió tiempo hasta después de las elecciones, pero sobre todo morigeró una derrota política, al prorrogar momentáneamente el instrumento que utilizó todo este tiempo (los DNU) para avanzar con su programa de ajuste, endeudamiento y reformas, de espaldas a la opinión del Parlamento. El voto de parte de la “oposición amigable” resultó crucial para que el proyecto volviese a la cámara de origen. Lo ocurrido pone de manifiesto la importancia de votar en octubre a sabiendas de lo que está en juego.

Para mantener neutralizado al Parlamento el oficialismo trabaja en dos sentidos. Uno, para lograr los mejores resultados posibles en las elecciones. Y el otro es aceptando la presión desde el Fondo Monetario y desde el gobierno de Estados Unidos para que se recomponga la relación con los gobernadores y con determinados espacios políticos, ya que a muchas y muchos se les fue tornando imposible, sobre todo en tiempos preelectorales, votar determinadas iniciativas del Ejecutivo.

No obstante, tengo presentes y me generan preocupación las noticias que hacen alusión a que Mauricio Macri se reunió con el Presidente y que reflejan que llegaron “a un acuerdo para trabajar juntos”, pero después del 26 de octubre. También cuando los gobernadores dialoguistas afirman: “si nos quieren en una foto, después del 26”. En última instancia, nos están diciendo que después del 26 de octubre volverían a acordar a espaldas de la voluntad popular.

El gobierno tratará de garantizarse el tercio necesario para continuar en la vía del DNU y del veto favorable al gobierno, y éste es uno de los desafíos que tenemos. Por eso la ciudadanía tiene que votar oposición verdadera, no variantes de lo mismo. Si se elige al oficialismo o en su defecto a quienes quieren instalar la idea del “mal menor”, después del 10 de diciembre se van a seguir sufriendo las consecuencias del actual modelo.



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