El polvo arranca con una conversación telefónica en un plano fuera de foco. Alguien dice en un momento: “No lo puedo creer, no lo puedo creer”, en referencia a la muerte de la artista trans July Regina Romero. Luego, se desata un rastreo desenfrenado de objetos, textos, fotos, cualquier cosa que la cámara desea que …
“El polvo”, un ensayo audiovisual sobre la memoria y el duelo por la artista trans July Regina Romero

El polvo arranca con una conversación telefónica en un plano fuera de foco. Alguien dice en un momento: “No lo puedo creer, no lo puedo creer”, en referencia a la muerte de la artista trans July Regina Romero. Luego, se desata un rastreo desenfrenado de objetos, textos, fotos, cualquier cosa que la cámara desea que cuente quién fue July. “Fue más que nada un impulso, una reacción física a la pérdida”, cuenta Nicolás Torchinsky, director de la película.
“Para mí era profunda tristeza y horror, algo muy doloroso. Hay algo que aconteció en el entierro de mi tía, que no está en la película. Aparte de la familia tradicional, estaba su familia, su comunidad, y cuando estaban tirando las paladas de tierra sobre el cajón, una compañera de ella dijo ‘un aplauso para nuestra compañera’. Y se produjo un aplauso de todo el mundo, como la despedida de una artista. Y me dio mucha bronca que ella ya no esté”.

Acaso ese sentimiento explique en parte la compulsión por registrar lo que sea que hable de July. “La película es una reacción. Así como un escritor puede agarrar un lápiz y un papel y escribe, un director puede agarrar una cámara. Que es un poco lo que me pasó a mí. Mi tía no era solamente mi tía, era mi amiga, mi cómplice, hasta llegamos a ser confidentes. Vivimos con ella que era la hermana de mi mamá en el mismo edificio más de 25 años. Entonces había una cercanía a una intimidad muy importante. Me crié con ella”.
La historia se remonta a 2015, cuando después de algunas de esas charlas que mantenían, decidieron que debían hacer algo juntos. “Nosotres siempre tuvimos ganas de hacer algo, y ese año nos juntamos con la idea de escribir una película, un guion sobre su vida de artista. Y ella se enfermó gravemente y murió. Pudimos hacer algunas grabaciones pero no pudimos llegar muy lejos”.
La película se dispara desde esta pérdida. “Agarré una cámara dos días después de su fallecimiento y registré la casa tal cual como había quedado la última vez que ella estuvo ahí, donde todavía podías percibir sus últimos movimientos. Y a partir de ahí empecé a filmar el desarme (del departamento), algo que al principio para mí no tenía forma de nada. Era un registro que estaba haciendo más por impulso personal y sin saber muy bien a dónde iba a parar todo eso. Con el tiempo se vuelve película”.
Torchinsky nació en 1984. Conoció a July ya como Regina. Regina fue el nombre artístico que su tía adoptó en Brasil, donde se había exiliado en 1977 y se había convertido en una exitosa artista trans. “Tendría que estar ella para contar si cuando se fue ya era trans”, acota el director. “No soy un biógrafo de July Romero, soy su sobrino. Y es una película que es la construcción afectiva de su figura. Y el registro que hago es una especie de intuición de que esas personas serían manos, torsos, espaldas, reflejos, sombras, y que a través de la construcción de la oralidad en la intimidad irían emergiendo las memorias de July. De alguna manera nosotros seríamos hablados por su memoria”.

En toda la película la única cara que se ve es la de July: antes de ser July, siendo July y como Regina. “Fue algo intuitivo. Lo único que quería mirar era lo que quedaba de July, sus objetos y sus espacios. Y los demás seríamos fragmentos, recortes que seríamos hablados por ella, por su historia”. Durante ese registro hay una escena en la que Nicolás filma la lluvia a través de una ventana del departamento de July, y su papá le dice que ya está, que no filme más tiempo eso, y él le dice que no, que le gusta seguir filmando esa imagen porque además después puede tener más sentidos de los que en principio aparecen en ese momento.
Una forma de expresar la disputa entre el arte y su intención de inmortalizar algo de todo aquello que se pierde y la negación -más prosaica- de la pérdida, esa que dice siga, siga que la vida continúa. “Esto que empezó siendo registro y se fue volviendo película también terminó generando la posibilidad de un duelo colectivo entre familia y amigos, amigas y amigues de July. Tengo la sensación de que la película es una continuación del diálogo con los muertos, con los que ya no están”.

“La película no es una prosa, una narración horizontal”, agrega. No se anima a decir poética, pero lo es. Se trata de descubrir a July pero a través de los que la hicieron posible; se trata de descubrir a quienes la hicieron posible a través de July. No hay figura aunque aparezca, no hay individuo aunque todo el tiempo se hable de ella: un instante “donde se reúnen los muertos en los labios de los vivos”, como dice Gastón Bachelard, a quien Torchinsky cita.
Solo un rostro, el de July
“No mostrar los rostros, no contar con esos elementos tan tradicionales en una narración cinematográfica es algo que complejiza la forma en la que los elementos se expresan. Creo que lo que más nos acompañó durante el proceso fue la literatura. Y ahí aparecieron María Negroni, Gastón Bachelard, algunas cosas de El diario del duelo de Barthes, textos que nos fueron acompañando, resortes que nos ayudaron a pensar”, explica.
“El rodaje dentro del departamento fueron cinco años de activar y desactivar el desarme de la casa, y después fue un año de montaje con Loli Moriconi. Yo me doy cuenta de que estoy haciendo una película a partir del año y medio, y ahí empieza a aparecer una carpeta para conseguir financiación”. Que llegó por el Incaa, el Mecenazgo y el Fondo Nacional de las Artes. “Una película así existe porque existe el Incaa y estos fondos, y por un deseo tan fuerte que sostiene el proyecto pese a no haber recursos”.
Para la función de este 18 de octubre en el Cine Arte Cacodeplhia las entradas están agotadas, pero habrá una nueva función en la misma sala para el sábado 25 a la misma hora. “Vamos a tratar de hacer eventos de cada proyección: habrá conversatorios, invitados”. Y luego, espera, se pondrá con un proyecto de hace años con Ignacio Bartolone -de cuya obra en cartel, Osvaldo Lamborghini obras completas, es autor del cortometraje-: “Brilla patria encantada, una película de corte fantástico. Veremos cómo se nos ordenan las estrellas para poder sacarla adelante”.

¿Cuándo?
El polvo (Argentina, 73 min). Dirección: Nicolás Torchinsky. Sábados 18 y 25 de octubre a las 19 en Cine Arte Cacodelphia, Av. Roque Sáenz Peña 1150.