La compañía Teatro de Conciencia Social se presentará este noviembre en Buenos Aires con su obra C.A.O.S., que aborda el mundo no visible de las adicciones. El grupo uruguayo, constituido desde sus inicios con un objetivo social, sale una vez al año de su país de origen para compartir su experiencia de forma libre y …
“Cuando hay un adicto en la casa, la casa entera se enferma”

La compañía Teatro de Conciencia Social se presentará este noviembre en Buenos Aires con su obra C.A.O.S., que aborda el mundo no visible de las adicciones. El grupo uruguayo, constituido desde sus inicios con un objetivo social, sale una vez al año de su país de origen para compartir su experiencia de forma libre y gratuita. “Lo hacemos sin fines de lucro porque tiene como finalidad una tarea de prevención –cuenta Wosh Machín, autor y director de la obra y cabeza de la compañía–. Lo financiamos de una manera que no toca al público, por eso hacemos una única función”.
El proyecto de Teatro de Conciencia Social está declarado de interés cultural y social en Uruguay. “Es un proyecto que trabaja la prevención en temas como trata, adicciones y violencia basada en género. Tenemos diferentes sedes dentro del país: en Canelones hay dos, en Atlántida y San Ramón; en Cerro Largo, y así abarcamos el norte, el centro y Montevideo, donde estamos en el teatro Metro”. La compañía cuenta con 80 artistas estables y 5 directores asignados, y “se financia a través de las entradas del público”. Con el tiempo, se convirtió en una herramienta de prevención, educación y conciencia ciudadana a través de su presencia en comunidades, liceos, instituciones y organizaciones sociales.
–¿Reciben algún subsidio estatal?
–No, jamás. Siempre fui de la idea de que el subsidio apaga a los artistas. Nuestro país es pequeño, y si tenés muchos artistas subsidiados, se pierde el desafío de convertirse en artista-empresa: se empieza a trabajar pensando proyectos para el subsidio. Tenemos que buscar alianzas con el sector privado, que debe estar al servicio de la comunidad, porque la comunidad es la que lo consume. El sector privado tiene que entender que cuanto más gente sana hay, más personas dispuestas a consumir existen, porque pueden trabajar y tener poder adquisitivo para adquirir los productos.

–¿Qué significa C.A.O.S.?
–Es la sigla de Capaz A Veces Olvidaste Ser. Creo que todas las personas que entran en un caos es porque olvidaron quiénes son. Y esa pérdida del ser ocurre cuando se olvida el propósito, el origen, la identidad. Hay un entorno alrededor del individuo que lo perturba, y a partir de ahí todo empieza a desacomodarse. Me parece importante llevar este mensaje de prevención de adicciones, porque cuando hay un adicto en la casa, la casa entera se enferma. Y ahí se genera un caos. Para mí es fundamental darle herramientas a la familia –no tanto al consumidor en sí–, porque son personas que quedan invisibilizadas. Para los medios, la familia del adicto no tiene sentido, y sin embargo es protagonista principal de la crisis.
La historia de C.A.O.S. tiene como hilo conductor el asesinato de un hijo a manos de su padre, “cansado de que lo fueran a buscar, de que lo golpearan en la calle”. “En Uruguay hay barrios marginales donde los pibes están sumergidos y empiezan a ver en el narcotráfico una escalera de ascenso. Eso no se sabe, no se cuenta. Más allá de que sea un padre asesino, está inducido por situaciones colaterales. Todo ese proceso lo plasmamos desde la ficción”.

Machín sostiene que el teatro es una forma de militancia cultural. “Me subí al teatro a quejarme, no a recibir aplausos. Me enoja que en un país tan pequeño exista la trata, por ejemplo. Ahora tenemos en prime time a un narcotraficante dando una entrevista exclusiva en un canal de aire contando los lujos que tenía –se refiere a Sebastián Marset–. Para mí, eso implica una responsabilidad tremenda hacia la juventud. Hace poco volvió a mandar señales por TikTok y los medios, otra vez, en horario central, hablando de él. Me subí al escenario a quejarme de eso, de esa apología. Y también a quejarme de los medios, que muchas veces transmiten información, pero no prevención”.
Originario de un barrio marginal, Wosh Machín descubrió el teatro a los diez años, cuando asistió a un instituto teatral. “Los chicos hoy tal vez llegan al primer paso de ir a un lugar, pero después hay que hacer un seguimiento, porque en las casas viven cosas que no son comprensibles para la edad que tienen. A veces los profesionales del arte olvidan su origen: se ha capitalizado tanto el arte que olvidan su esencia, que es la resistencia. Es importantísimo volver al origen.”

Wosh Machín y su compañía saben que la lucha es desigual. “Cuando ponés a un narcotraficante mostrando su playlist que le manda a su mujer, que también está prófuga, estás mostrándole al mundo el poder que tenés. Y encima ese programa tuvo la indignidad de decir que mi teatro no lo podía consumir la gente porque revictimizaba víctimas. Pero la masa no se mueve en la tele: se mueve en la cercanía popular, con la gente, en el contacto directo. Por algo llenamos todas las funciones, toda la vida.” El propio Machín fue respaldado por la justicia uruguaya: le ganó un juicio por injurias al programa que lo había difamado “para defender a este personaje”.
“Hay una generación que no ve el consumo como un enemigo, sino como un estilo de moda –advierte–. Si no toma tusi, no sale; lo tiene adherido a su normalidad. También hay un marketing del consumo, y eso es fundamental combatirlo. Todo está relacionado: si mostrás un narco poderoso, es marketing; la droga te promete impunidad. Y si sabés que eso está mal, después tenés que combatir la fiesta donde se consume tusi.”
C.A.O.S. Libro y dirección: Wosh Machín
Elenco: Sandra Barrera, Martín Dauber, Jaime Montaos, Graciela Cabrera, Alejandra González, Isabel Duarte, Verónica Domínguez y Daniel Fernández. Única función: domingo 16 de noviembre, a las 20. Teatro Multiescena – Av. Corrientes 1764. Entrada libre y gratuita.





