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“El colectivo LGBTQ+ es uno de los más atacados por el Gobierno y respondió con organización y compromiso, no como la CGT que está perdida”

“Me encanta Tiempo Argentino, soy una ferviente lectora de ustedes. Sé que hace poco cumplieron años y los felicito. Es un orgullo participar de un diario de trabajadores, me encanta lo que hacen”. Con esas palabras empieza la primera y ansiada entrevista a Flor de la V para este medio. Tiene una risa contagiosa e …


“Me encanta Tiempo Argentino, soy una ferviente lectora de ustedes. Sé que hace poco cumplieron años y los felicito. Es un orgullo participar de un diario de trabajadores, me encanta lo que hacen”. Con esas palabras empieza la primera y ansiada entrevista a Flor de la V para este medio. Tiene una risa contagiosa e irradia el entusiasmo y la gracia que la llevaron a ocupar un lugar inédito y excepcional en el espectáculo argentino.

Es el mismo encanto, humor, glamour y la misma alegre furia travesti que usó como arma hace casi dos meses, cuando retornó a la televisión argentina para conducir Los profesionales de siempre, tras ser despedida de Intrusos (América TV). Efectivamente, lo hizo con una entrada triunfal y un monólogo que evocaba y tenía reminiscencias de viejas performances de mujeres trans en sótanos de clubes LGBTQ+ o el show de un under porteño: “Primero gracias, porque bueno, mi salida de la televisión fue bastante abrupta. Me dieron tal patada en el culo que desaparecí de la noche a la mañana. Yo estaba armando mi Navidad feliz y contenta, todo divino para brindar a la noche y lo que me pasó es que se me vino la noche. Qué cosa ingrata que te echen en Navidad, es como que un novio te abandone», arrancó picante. Para concluir: «Me tomé vacaciones obligatorias”.

—¿Qué balance hacés de esta experiencia de casi dos meses al frente de Los profesionales de siempre?

—Muy positivo, porque el programa se instaló en la gente. Estoy muy contenta con el equipo, con el grupo de trabajo en general, con mis productores, con el canal, con todo. Hasta ahora, espectacular, mejor imposible. Porque frecuentemente lo que pasa en la televisión es que, en general, los éxitos no están garantizados. Y generar, y sobre todo que se instale un programa, cuesta un montón. En este caso, yo siento que, desde el primer día, eso pasó. Hubo una magia en este programa que hizo que todo fluyera de manera muy natural.

—Para escritores como Marcel Proust, Manuel Puig o Edgardo Cozarinsky, el chisme es un arte o material para hacer literatura. ¿Qué lugar ocupa el chisme en tu vida cotidiana, en tus performances o monólogos, en tu carrera?

—No me considero una persona chismosa. El periodismo de espectáculos es otra cosa, y es lo que intento hacer. El chisme en sí no me gusta, el lleva y trae. Cuando hablan mal de alguien trato de no formar parte, porque eso te hace cómplice también de la situación. Y es algo que siempre les inculco a mis hijos, lo que aprendí de chica: que no fomenten ese tipo de cosas en la escuela o en el jardín, hablar de Mengano y Fulano, que es feo hablar mal de la gente cuando no está. No me gusta agredir ni lastimar.
—Sin embargo, en la promoción de tu programa decía que volvías más mala que nunca…

—(Risas) Eso forma parte de una broma con mis amigas. Es una parodia de una serie que fue muy famosa en los años ochenta que se llamaba La vengadora. Trataba de una mujer a la cual su marido la tiraba a los cocodrilos y volvía divina, con una cara nueva como para ser modelo de Vogue y para vengarse de su amante a todo trapo (risas).

—¿Cuáles fueron, te parece, las principales noticias en este lapso?

—La farándula está atravesada por lo que sucede con Wanda, Icardi, La China. Pero ahora, también El Eternauta ocupó una gran cantidad de horas en el programa. Me parece buenísimo lo que la serie está haciendo en relación con la televisión argentina, lo que significa en términos de una nueva industria que visibiliza nuestro arte a nivel mundial. Celebro este fenómeno y me encanta, sobre todo porque habilita a que el mundo conozca también la terrible historia de las desapariciones de Oesterheld y sus hijas y porque pone en valor la lucha colectiva y el lema de que nadie se salva solo, algo que hoy parece contracultural.

—También le dedicaste tiempo y una editorial conmovedora a Lizy Tagliani para defenderla de las acusaciones de Viviana Canosa.

—Lo que pasa es que hoy parece haber una impunidad para decir cualquier cosa, a veces utilizando el potencial. Me parece que cuando se denuncia no se puede utilizar el potencial: es blanco o negro. Si no, se ensucia gratuitamente a las personas. Y tampoco parece casual, porque hay un clima de época en el que se apunta contra el colectivo LGBTQ+ y sobre el cual se está creando un discurso estigmatizante. Pareciera que todos los abusos y los crímenes que tienen algo de violencia sexual tienen relación con el colectivo. Históricamente, en demasiadas y repetidas ocasiones, el colectivo LGBTQ+ fue la víctima, no el victimario de la violencia machista y heterosexista. Entonces, ¿cómo vamos a soportar esta construcción discursiva espantosa, extremadamente negativa y falsa que une la pedofilia a la homosexualidad o la pedofilia al travestismo? Es tremendo. Y al mismo tiempo, se cumple un año del crimen de odio contra lesbianas en Barracas y es caratulado como un crimen simple, incluso después de la información que circuló sobre el vecino homicida. Nada es casual: en un marco mayor tenemos un gobierno negacionista en ese aspecto.

—¿Qué sentiste después del discurso de Milei en Davos?

—El colectivo LGBTQ+ es uno de los más atacados por el gobierno y respondió con organización y compromiso, no como la CGT que está perdida. Nuestra comunidad junto a los jubilados y los universitarios se constituyera en uno de los tres sectores que se enfrentó al gobierno. Demostró que podemos resistir a la violencia de este gobierno porque tenemos entrenamiento de resistir violencias hasta en tiempos democráticos. Entonces, como ayer, como siempre, cuando tuvimos que salir a la calle lo hicimos. La CGT no es la voz donde los trabajadores se sienten representados. Cuando escuchamos el discurso de Davos, la marica, la trans, la travesti, la lesbiana dijo “¿Perdón?”, y nos fuimos a la calle y nos organizamos en dos minutos. Primero en el Parque Lezama y después a marchar. Y la comunidad LGBTQ+ esta vez estuvo acompañada por familias enteras. Fue una marcha hermosa de solidaridad y de un pueblo que dice “Basta”.

—¿Cuáles te parecen las formas de resistir frente a un gobierno negacionista?

—He pasado por muchas situaciones, por enojo, por tristeza, por desazón, por queriendo decir, bueno, basta, me canso. No puedo creer la violencia que se sigue sosteniendo. Y no solamente hablo de Argentina, sino de lo que sucede en el mundo en general con estos gobiernos de ultraderecha. Al menos nosotros tenemos el privilegio de tener leyes que nos amparan como la Ley de Identidad de Género, el cupo laboral trans, que son herramientas de defensa porque muchas veces no se efectivizan. Lo único importante es poder seguir fortaleciendo y generando vínculos, y seguir generando conciencia desde el lugar que cada una ocupa. En mi caso, desde mi programa, o con mis amigas, o en todos los lugares donde puedo estar y trato de aportar mi granito. Todo hay que hacerlo de manera colectiva. Nuevamente me sumo a la frase de El Eternauta que te decía recién: “Nadie se salva solo”. Efectivamente es así.

—¿Qué precio se paga por ser una sobreviviente?

—Como mujer trans, como travesti argentina, siento que he vivido mucho tiempo, porque el promedio de vida de una travesti es de 35 años. Y cuando mirás para el costado y ves compañeras que no están, que no llegaron a disfrutar de ningún derecho, que no tuvieron un trabajo formal, que no tuvieron acceso a la salud ni a la educación… Hace unos días la ministra de Género y Diversidad de la provincia de Buenos Aires me invitó a un congreso para proponer políticas de resistencia y de modos de supervivencia al clima hostil y cruel que se está viviendo. Yo estaba medio desesperanzada y después que fui, pensé: “Qué bueno que se sigan generando estos espacios”. Yo hace años participo de debates, de foros, y creo que hoy por hoy son nuestras trincheras para resistir lo que está sucediendo. Seguir hablando con la gente, generando puentes de amor donde podamos abrazarnos, contar nuestras historias y pensar las maneras de reconstruir la igualdad en nuestra sociedad. Y también contar las historias de las que no están: ese es el amoroso precio que debe pagar la sobreviviente.

Los profesionales de siempre, con Flor de la V

Panelistas: Estefanía Berardi, Alejandro Castelo, Fernando Cerolini, Enzo Aguilar. Lunes a viernes a las 13:30, por El Nueve.

Francisco, León XIV y el peronismo

“Lo que hizo Francisco fue enorme. Personalmente, yo volví a una Iglesia con la cual estaba enojada y de la cual descreía después de escucharlo a él. Él dijo, «yo quiero una iglesia sin puertas, donde entren todos». Por todos entendía a los ‘excluidos’.  Para mí los eternos excluidos son los pobres, los que tienen hambre, las travas, las maricas, las tortas. Esa es la Iglesia que yo quiero, con la que yo soñaba cuando era chica y con la que me identifico. Tengo la sensación de que el nuevo Papa va por ese mismo lugar. Que la prioridad es pensar en los que no tienen, en los necesitados. Y esto viene bien, en este mundo capitalista que vivimos, tan individualista y cruel donde parece que no hay tiempo para mirar lo que pasa al lado nuestro. Se precisa un Papa con bondad en el corazón para salvar lo que nos queda de humanidad», expresa Flor con determinación y emoción.

-En tu despedida de Intrusos dijiste «¡Viva la diferencia, vivan los putos, vivan los travas, viva Perón”? ¿Qué representa el peronismo para vos?

-El verdadero peronismo es como la verdadera Iglesia: aquel que incluye a los sectores largamente excluidos y postergados, a jubilados, putos, travas, maestros, estudiantes, tortas, diferentes, entre tantas otras y otros.



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