Se estrena Puntera de acero, la obra de David Gow protagonizada por Romina Pinto e Iván Steinhardt y dirigida por Carlos Kaspar, que pone en el centro de la escena el odio: su vigencia, sus diversos orígenes y sus múltiples consecuencias. Un llamado a pensar desde otro lugar eso que se tiene tan claro y …
con el odio no se juega, pero algunos lo usan para gobernar

Se estrena Puntera de acero, la obra de David Gow protagonizada por Romina Pinto e Iván Steinhardt y dirigida por Carlos Kaspar, que pone en el centro de la escena el odio: su vigencia, sus diversos orígenes y sus múltiples consecuencias. Un llamado a pensar desde otro lugar eso que se tiene tan claro y asumido, que después de todo suele ser el objetivo más altruista del arte: cuestionar toda certeza acerca de todo lo que existe y existió. “La problemática del odio es algo que nos atraviesa profundamente en este momento; incluso baja desde el poder”, resume el director Kaspar sobre los motivos que lo llevaron a aceptar el ofrecimiento de la compañía teatral El Vacío Fértil, que luego de su octava gira europea vuelve para presentarse con esta obra. “Hemos conformado un equipo de trabajo muy bueno”, señala Kaspar sobre la dinámica adquirida en el proceso de montaje de esta pieza que se presenta por primera vez en el país.
“Me parece que es el momento indicado para ponerlo sobre la mesa y reflexionar un poco sobre lo que nos pasa –profundiza Kaspar sobre ese vínculo que el arte establece con el momento político, social e histórico que le toca vivir–. ¿Qué hacemos con este odio? Bueno, tomar el toro por las astas y hacerse cargo de lo que a uno le pasa.” Tomar el toro por las astas no implica tener una respuesta, sino más bien plantearse nuevas preguntas sobre algo tan viejo. “Estamos en un mundo totalmente radicalizado. El odio nos lleva a matar, a descalificar, a insultar, y finalmente eso recala en la violencia. Me parece que eso está sucediendo y nos tiene desconcertados porque sentíamos que ya lo habíamos superado. Después de la Segunda Guerra Mundial y de lo que significó el nazismo, sentíamos que todo eso lo habíamos ido dejando atrás. Pero se ve que no. De pronto, el odio circula de manera orgánica.”

Por eso adaptaron la obra de Gow a una situación ubicada en la provincia de Buenos Aires. Allí, Daniela Dunkelman, una abogada que trabaja como defensora de oficio en el conurbano, recibe la noticia de que le asignaron la defensa de Miguel, un neonazi que acaba de cometer un crimen por odio racial que se vuelve mediático. Forzados por la situación, deberán conocerse para armar una estrategia legal: el proceso de formación de ese vínculo es el núcleo que irradia preguntas sobre una condena social que no parece tener retorno.
“Nos asesoramos con especialistas para acercarla a nosotros y darle un marco a la pregunta central: ¿qué hacés con el odio que te genera el otro? Creo que en esa relación empiezan a ver al otro de manera diferente. Cuando en una de las partes aparece la posibilidad de acercarse y conocer al otro, empezás a descubrir que no es tan distinto a vos. Y que también tiene miedo. Pero para poder eliminarlo, lo tengo que cosificar. Entonces el otro no piensa, es un tarado, un orco, un mandril, un gorila, un mono. En nuestra historia tenemos mucho de eso.”

Un zoológico entero, se le sugiere, y Kaspar ríe. Y habilita la pregunta sobre el odio que el movimiento popular vociferó en distintos momentos históricos, entre ellos el más recordado –acaso por más reciente– de Evita contra la oligarquía. “Toda acción genera una reacción. Para que surjan determinados personajes en la historia, hay un terreno fértil para que eso suceda. Son varios factores los que se juntan. Una reacción como la que tuvo Evita es porque el peronismo vino a romper con algo que estaba muy instalado, que indudablemente mostraba que había una sociedad injusta. Para que exista una Revolución Rusa y caiga la Rusia zarista, hay que ver qué pasaba en el mundo para que eso sucediera. Nuestro presidente es producto de algo de lo que todos los argentinos nos tenemos que hacer cargo, y que no hemos sabido procesar correctamente.”
Psicólogo de profesión, actor por vocación y un indagador constante del mundo y su historia, Kaspar amplía el abanico de reflexiones sobre la historia argentina. “Toda acción produce una reacción, pero la reacción puede ser de diversas maneras. Indudablemente, la violencia no es la mejor respuesta a todo. Pero uno no puede sacar las cosas de contexto. Cuando Sarmiento, en su discurso presidencial, dice que viene a limpiar de gauchos e indios la República Argentina, hay que tener en cuenta que el positivismo era la tendencia, y él, que era un tipo muy informado, tomó todos esos escritos que hablaban de una nueva forma de ver el mundo que creía en razas superiores e inferiores. (Cesare) Lombroso empieza a hablar de criminología y crea el biotipo del delincuente como alguien petiso y morocho, y todo el mundo lo toma como una biblia, pero se olvida del detalle de que hizo su estudio en Sicilia, donde todos son bajos y morochos.”

Lejos de la bonhomía y de las posiciones cómodas de buenos y malos, Kaspar problematiza aún más el asunto del odio. “Uno no puede decir que va a acabar con el odio. El odio va a existir. Si no, terminamos haciendo la ‘Canción del odio’ que cantaba Nacha Guevara: ‘Con el odio acabaremos / La picana le pondremos / Y si llora o si se queja / Le arrancamos las orejas’. Lo que tenemos que hacer es aprender a convivir con esto y darnos cuenta de su magnitud para poder controlarlo y manejarlo.”
“Para un hombre de teatro, un artista, es fundamental conocer la sociedad en la que vive y entender cuál es el paradigma que impera en determinados momentos históricos”, dice a modo de cierre este hombre que entendió de chico eso de la agresión, pero del lado del victimario. “Cuando tenía 14 armamos un grupo de teatro y uno preguntó: ‘¿Quién dirige?’ Y bueno, el más gordito va al arco. Así empecé a dirigir, sin saber nada. Y descubrí que el autoritarismo es producto de la ignorancia: cuanto menos sabés, para imponer una idea o transmitir algo que creés y pensás y no tenés herramientas, acudís a la violencia, al autoritarismo, al maltrato. Obviamente a los 18 me quedé sin amigos y aprendí la lección.”
Puntera de acero
Autor: David Gow. Traducción y adaptación: Iván Steinhardt. Dirección: Carlos Kaspar. Actúan: Romina Pinto, Iván Steinhardt. Miércoles a las 20:30 en el Teatro El Tinglado, Mario Bravo 948 (CABA).
