Durante décadas, fue el cuerpo que sostuvo el alma de uno de los íconos más crueles del cine de terror: Chucky, el muñeco poseído que convirtió la infancia en un campo minado de paranoia ochentosa. Ed Gale, el actor que encarnó físicamente al personaje en las dos primeras entregas de Child’s Play (1988 y 1990), …
Murió Ed Gale, el actor que se hizo famoso encarnando a un muñeco psicópata y carente de cualquier vestigio de empatía

Durante décadas, fue el cuerpo que sostuvo el alma de uno de los íconos más crueles del cine de terror: Chucky, el muñeco poseído que convirtió la infancia en un campo minado de paranoia ochentosa. Ed Gale, el actor que encarnó físicamente al personaje en las dos primeras entregas de Child’s Play (1988 y 1990), murió el lunes en Los Ángeles a los 61 años. Detrás de su figura pequeña —medía apenas un metro— se escondía una carrera tan extensa como subterránea: más de 130 apariciones en cine, series y comerciales, siempre en papeles que requerían disfraz, acrobacia o invisibilidad.

Gale fue también Howard en Howard the Duck (1986), ese delirio producido por George Lucas que se ganó el título de “peor película de superhéroes” antes de que el término existiera. Años más tarde, se lo vio en Spaceballs, en la icónica Land of the Lost, y hasta en Baywatch y My Name Is Earl. Pero siempre, como si el destino lo hubiese condenado a la cara oculta del espectáculo, Gale fue más cuerpo que rostro, más mito que fama. Su nombre no figuraba en los afiches, pero su andar sí vivía en la memoria colectiva: era el que lograba que Chucky caminara, corriera y apuñalara con precisión quirúrgica.

Graves cargos contra Gale
Sin embargo, su último acto no fue cinematográfico. En 2023, Gale fue investigado por el Departamento de Policía de Los Ángeles tras ser acusado de intentar concretar encuentros sexuales con menores. Él mismo admitió haber enviado mensajes explícitos, aunque nunca llegó a ser imputado formalmente. Murió antes de que la justicia dijera su parte.
Quizás no sea casual que haya sido el alma corporal de un muñeco psicópata, sin empatía ni arrepentimiento. Su muerte obliga a volver sobre esa figura incómoda que habita los márgenes del espectáculo: el actor diminuto, oculto, funcional al morbo y a la fantasía, muchas veces infantilizado o ridiculizado. Gale, que supo ser el monstruo detrás del monstruo, también fue víctima de ese sistema que lo necesitaba, pero no lo quería mostrar.
