Tiene una sonrisa amplia y fresca, cero impostura y mucho para decir. A sus 24 años, Nina Suárez logró en algo más de un año tener nombre propio en el mundo de la música. Dejó de ser “la hija de” y es una artista consolidada con una apuesta fuerte, que insiste en la autogestión y …
“La estoy pensando a Rosario más como mi mamá y menos como la artista”

Tiene una sonrisa amplia y fresca, cero impostura y mucho para decir. A sus 24 años, Nina Suárez logró en algo más de un año tener nombre propio en el mundo de la música. Dejó de ser “la hija de” y es una artista consolidada con una apuesta fuerte, que insiste en la autogestión y en que su arte esté al alcance de todos.
Está entusiasmada con su nuevo disco, El lado oscuro, el segundo de su carrera, que de alguna manera marca un viraje en su estilo: es más introspectivo, con más pasajes instrumentales y letras que se atreven a la crudeza. “Creo que estas canciones tienen algo más duro, más de la realidad”, explica. “Son letras menos soñadoras, más directas”.
El lanzamiento llega después de un intenso recorrido con Algo para decirte, su primer disco, presentado el año pasado, que la llevó junto a su power trío —completado por Manolo Lamothe en batería y Juana María Muschietti en bajo— a girar desde el Conurbano Bonaerense hasta las sierras de Córdoba, pasando por Santa Fe, Salta, Tucumán y Uruguay. Esa experiencia en ruta a bordo de un Gol gris, marcada por la cercanía con el público y la energía del vivo, ahora da paso a una nueva etapa.
Aunque suenen recientes, algunas de las 13 canciones del nuevo trabajo tienen un recorrido largo: varias ya formaban parte de la lista en vivo incluso antes del primer disco. “Es loco porque me alegra que haya sido rápido el proceso de grabación”, cuenta Nina, y celebra haber aprendido a organizarse mejor para no demorar año y medio en concretarlo, como sucedió anteriormente.
El nuevo repertorio fue compuesto entre sus 20 y sus 23 años. Ahora tiene 24. “Es más de ahora, de estos momentos”, aclara. Hay una evolución, no solo en la madurez de las letras, sino también en la construcción musical: más espacio para que la banda respire, para que las canciones se desarrollen a través de sus climas.
Una de las decisiones conceptuales del disco fue trabajar sobre la idea de lo oculto, lo heredado, lo que está por dentro: El lado oscuro, explica Nina, no alude a la maldad sino a la genética, a la estructura invisible que nos conforma. “No lo vemos porque está adentro, pero está”, puntualiza. Esa exploración se reflejó también en lo visual: Nina armó una suerte de “mapa” doméstico para representar cada canción con una foto familiar. “Esas imágenes me ayudaron a entender las canciones desde otro lugar. Fue medio una locura, pero me encantó”, cuenta.
El peso de lo heredado no es solo un concepto musical: también es biográfico. Nina es hija de Rosario Bléfari y Fabio Suárez, y no esquiva esa referencia. Al contrario, la resignifica desde un lugar íntimo. “Todo este proceso de El lado oscuro y las fotos hizo que se convirtiera en algo más familiar. Siempre sentí que tenía que continuar la misión, y ahora es otra cosa, como del ADN, la genética. En estos momentos la estoy pensando a Rosario más como mi mamá y menos como la artista. Y eso está bueno, porque la había olvidado un poco”.
“No hay ninguna desventaja en su memoria. Es algo que crece día a día, pero a veces como que deja de ser mi vieja. Y creo que la estoy recuperando ahora, viendo tantas fotos de mis abuelos, de sus padres, y haciendo un escaneo de eso”. El proceso de ordenar archivos familiares, revisar fotos, ayudar a editar libros póstumos también es un modo de reencontrarse con ella desde lo cotidiano.
“Siempre estaba escribiendo cosas. Antes de que se publiquen tenemos que leerlas con mi viejo. Es como en el colegio, o sea, leer por obligación, porque si después sale y hay un error, es nuestra culpa”. Pronto van a salir más libros de Bléfari. “Estamos haciendo una antología de poemas y hay más cosas que dejó escritas. Justamente tratan sobre la historia de sus padres, que fueron personal de servicio y vivían cama adentro en casas. Ella se crió yendo de un lugar a otro. Es muy interesante. Así que tiene un poco que ver con lo que estaba yo también trabajando. Eso también es loco. Dejó tanto trabajo que es un diálogo eterno. Eso está buenísimo”, reflexiona.
En el imaginario visual de El lado oscuro también aparece esta referencia. No es casual que la tapa del disco sea una foto del hotel Llao Llao, donde su madre pasó parte de su infancia porque sus padres trabajaban allí. “Parece una imagen de The Shining. Me gusta esa inquietud que genera”, dice Nina. “Y además es una foto original, que eso es lo que me gusta de todas estas gráficas con fotos que ya existen. Es una campaña muy barata”, ríe.
El terror es una de sus obsesiones. Pero no el fantástico, sino el que se parece a la vida real. Cita El exorcista como ejemplo: “Lo más aterrador es la primera parte, cuando no saben qué le pasa a la nena. Ese miedo humano de que todo empeore sin explicación me parece muy real”. Ese mismo tipo de miedo, dice, está en sus nuevas canciones.
Con la experiencia de actuar en cine, teatro y videoclips durante su infancia y adolescencia, Nina también conoce otras formas de la escena, pero hoy su foco está puesto completamente en la música. “Ahora todo se trata exageradamente sobre mí. No me imagino actuando, siendo otra persona”, reconoce. Aunque no descarta volver a hacerlo en algún momento, por ahora se siente cómoda con el formato performático que le ofrece el escenario.
Su recorrido sigue siendo autogestivo e independiente. “Lo bueno de hacerlo así es que podés decir que sí a lo que querés”, señala. Aunque reconoce las dificultades materiales —“hay veces que no tenemos un mango ni para pagar una sala de ensayo o palos para Manolo”—, destaca la importancia de sostener ese circuito, tanto para los artistas como para el público.
“Hay veces que estamos re tirados y parece joda. Pero estamos pudiendo hacerlo. Eso ya me parece un montón. Tocar y que haya personas que, justamente en momentos tan difíciles, digan: ‘Vamos a un recital a tomar una birra y a pasarla bien. Es un refugio’”, reflexiona. Y remarca: “Lo importante es que podamos seguir haciéndolo colectivamente”.
Para lo que resta del año, planea presentaciones múltiples en Capital Federal. No quiere hacer una gran fecha de lanzamiento del disco. La idea es tocar lo más posible, en lugares accesibles, invitar a bandas amigas y disfrutar. Para el año próximo, si todo sale bien, vendrán más viajes: una gira por el norte argentino, el regreso a Uruguay y la chance de finalmente cruzar a Chile, un plan que quedó pendiente.
El lado oscuro – Nina Suárez
- «La salvación».
- «Domingo de lluvia».
- «Roto por dentro».
- «Querido chico».
- «Los buenos días».
- «Tiburón»
- «Esos barcos».
- «Basta por favor».
- «Hoy cuando salga de casa».
- «Última noche».
- «Amores nuevos».
- «A dónde».