Hijo del director de cine Carlos Sorín y formado en Berklee, Nico Sorín fue parte de la banda de jazz progresivo Octafonic, trabajó como productor y en bandas sonoras. Su proyecto actual retoma y reinventa la formación del Octeto Electrónico de Piazzolla, en un homenaje que cosechó elogios también en Europa y América Latina. –¿Qué …
“No hay fórmulas para el estilo propio, sólo búsqueda constante”

Hijo del director de cine Carlos Sorín y formado en Berklee, Nico Sorín fue parte de la banda de jazz progresivo Octafonic, trabajó como productor y en bandas sonoras. Su proyecto actual retoma y reinventa la formación del Octeto Electrónico de Piazzolla, en un homenaje que cosechó elogios también en Europa y América Latina.
–¿Qué música había en tu casa cuando eras chico?
–Mucha música clásica, jazz, algo de rock progresivo. Un poco de todo, pero todo bueno.
-¿Cuál fue tu primer metejón?
-Supongo cuando tenía cuatro años. Me gustaba mucho ABBA.
-¿Vos solo te ponías a escuchar ABBA?
-No, mis viejos me ponían ABBA porque si no hacía un escándalo.
–¿Qué aprendiste de tu padre?
–A entender que la música también es un oficio. Y que hay que tomárselo en serio.
-¿Un recuerdo en particular?
-Creo que todo el tema musical viene por ahí. Desde chico escuchaba bandas sonoras constantemente, y cuando tuve veinte pude hacer la banda sonora de su primera peli.
-¿Historias mínimas?
-Sí, fue la primera que le musicalicé. Me acuerdo que vivía en Nueva York y venía el camioncito de Federal Express con el video, una cinta de VHS. Mi viejo no filmaba desde hacía quince años, la última que había hecho era con Daniel Day Lewis, con la que le fue muy mal, él la odió y yo nunca la vi porque lo hizo sufrir mucho. Quedó ahí como una especie de tabú.
–¿Qué fue Octafonic para vos?
–Un laboratorio. Ahí exploté como compositor y performer, y me animé a fusionar estilos que hasta entonces tenía separados.
–¿Cómo fue trabajar con Gustavo Cerati?
–Un flash. Yo era muy joven, él era muy generoso. Aprendí a tener una visión estética amplia, sin prejuicios.
–¿Y con Lali?
–Otra experiencia increíble. Es una artista muy enfocada, muy profesional. Me encanta su libertad.
–¿Por qué te interesó reversionar a Piazzolla?
–Porque es parte de mi ADN. Y porque sentía que podía dialogar con ese material desde otro lugar, sin solemnidad.
–¿Cómo surgió la idea del homenaje al Octeto Electrónico?
–Fue casi un mandato interno. Esa formación de Piazzolla fue revolucionaria, pero poco difundida. Quise traerla al presente.
–¿Cómo se construye un sonido propio?
–Teniendo referentes, pero también escuchándose a uno mismo. No hay fórmula para el estilo propio, sólo búsqueda constante.
–¿Qué lugar tiene la orquesta en tu obra?
–Un lugar central. Me gusta pensar los timbres como un pintor piensa los colores. La orquesta te da una paleta infinita.
–¿Qué diferencias hay entre dirigir y tocar?
–Son dos niveles distintos de entrega. Cuando dirigís, estás al servicio de un todo más grande. Cuando tocás, estás adentro.
–¿Y entre componer para cine y para un disco?
–Para cine uno se pliega a una historia, a un guion. Para un disco, la historia la inventás vos.
–¿Tenés rutinas de composición?
–Trato de tenerlas. Me sirve levantarme temprano, tocar sin juzgar y grabar todo. Después edito.
–¿Cómo te llevás con la tecnología?
–Bien. La uso, pero no la idolatro. Si no hay idea, el plugin no te salva.
–¿Qué te pasa con el silencio?
–Es esencial. De hecho, cada vez me atrae más. El silencio también tiene música.
–¿Qué pensás del cruce entre música popular y académica?
–Que ya no tiene sentido esa frontera. Lo que importa es si emociona o no.
–¿Tenés proyectos pendientes?
–Muchos. Pero me gusta pensar que los proyectos también me buscan a mí.
–¿Qué músicos actuales te interesan?
–Anderson .Paak, Jacob Collier, Nathy Peluso, entre otros. Gente con identidad y riesgo.
–¿Cómo ves la escena musical argentina?
–Muy rica, muy viva. Aunque falta infraestructura y visión a largo plazo.
–¿Qué creés que hace falta para que un proyecto funcione?
–Tiempo, dedicación y un equipo que crea tanto como vos.
–¿Qué te emociona hoy?
–Ver que mi música conecta con otras personas. Eso no deja de sorprenderme. «
Ping pong con Nico Sorín