Admira a Miles Davis, tocó con Gustavo Cerati, Chayanne y Los Pericos -entre muchísimos otros-, comió empanadas hechas por la mamá de Mercedes Sosa y asados de Palito Ortega. Desde 2009 Miguel Ángel Tallarita es el trompetista de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado. También lidera su propio grupo: La Con Todo Band. —¿Eran ricas las …
Palito me rajó de su banda porque le dije que tenía que tocar con el Indio

Admira a Miles Davis, tocó con Gustavo Cerati, Chayanne y Los Pericos -entre muchísimos otros-, comió empanadas hechas por la mamá de Mercedes Sosa y asados de Palito Ortega. Desde 2009 Miguel Ángel Tallarita es el trompetista de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado. También lidera su propio grupo: La Con Todo Band.
—¿Eran ricas las empanadas que hacía la mamá de Mercedes Sosa?
—Riquísimas. Y no solo las empanadas. Cuando hay música y alegría, todo sabe mejor.
—¿Y el vino?
—Era uno de damajuana, que compartimos con el gran baterista Rubén Lobo, el papá de Hugo (de Dancing Mood).
—¿Palito Ortega hacía los asados en Luján?
—Sí. Buen asador y mejor anfitrión. Tengo recuerdos muy lindos de él, aunque me terminó despidiendo de su banda.
—¿Por qué?
—Tenía un show con el Indio y él uno en el Luna Park. Le ofrecí un remplazo, pero no lo aceptó. Después me llamó Lalo Fransen, su director, y me dijo que estaba afuera.
—También tocaste con Armando Manzanero. ¿Cómo te sentiste?
—Es un lujo estar con alguien a quien admirás. De chico escuchaba sus discos y un día estaba tocando con él. Una vez llegué tarde por tocar con la Sinfónica de Morón, le pedí disculpas, y me dijo: “Lo importante es que ahora des todo en el escenario, que toques con el corazón”. Desde ahí, lo admiré aún más.
—¿Te pasó eso con otros artistas que conociste?
—Sí, con Rubén Blades. Me encanta hablar con artistas que admiro sin que me decepcionen. Los grandes suelen ser buenas personas. Me acerqué a él en un show multitudinario en Venezuela. Él cerraba con Willie Colón y yo fui con Los Pericos. Me acerqué en un momento que salió del escenario con una cámara de fotos y le dije: «Maestro, le expreso mi más profunda admiración». Me respondió con una sonrisa: «¡Cómo no», me abrazó y hasta me firmó un disco suyo que le acerqué. Un capo total.
—¿Qué cambia cuando pasás de músico acompañante a líder de banda?
—Cuando acompañás, la estrella es el cantante. Vos tenés que hacer tu parte impecable, sin desviar la atención. El frontman se tiene que llevar todas las miradas.
—¿Se espera algún reconocimiento del frontman?
—Algunos sí. Otros ni te presentan o ni saben tu nombre. Hay artistas que valoran a su banda y otros que como personas dejan bastante que desear.
—¿Entraste a la Sinfónica de Morón por tu papá?
—No. Él tocaba ahí y me llevaba de chico, pero entré por concurso, como todos.
—¿Tocaste con él?
—Sí, muchos años. Compartimos más momentos tocando que en la vida. Mis viejos se separaron cuando yo nací.
—¿Te reconoció como músico?
—Sí. Tal vez no fui el que él soñaba, pero soy el mejor que pude.
—¿Cuándo sentiste que te reconoció?
—Cuando mi vieja me contó que se emocionó viéndome en La Bella y la Bestia. Pero era un tano duro: nunca me lo dijo a mí.
—¿Cómo fue estar internado por Covid?
—Muy duro. Estuve en coma, con pesadillas horribles.
—Salir fue tremendo: no podía moverme, usaba andador. Llegué a dudar si me iba a recuperar o no.
—¿Afectó tu manera de tocar?
—Sí, tuve que volver a empezar de cero.
—¿Cómo fue eso?
—Como aprender a caminar otra vez. Tomé clases con Palito Gervini (trombón del Colón) y con David Pastor, desde Barcelona. Me ayudaron a reaprender desde lo
más básico.
—¿Ahora tocás mejor?
—No sé (risas). Recuperé bastante. Es un instrumento que tenés que laburar día a día. A veces me da placer, otra no tanto. Pero responde a las horas que le dedicás.
—Sos un obrero de la música.
—Sí, un laburante agradecido de todos los artistas con los que pude tocar. «
Ping pong con Miguel Ángel Tallarita