Es sabido que en la Argentina Dios está en todos lados pero atiende en la Ciudad de Buenos Aires. Y para los músicos de las provincias suele ser un lema comprobado en la práctica a base de esfuerzos, sudor, luchas e insistencias. Eso lo sabe Facón, un histórico grupo del “interior” bonaerense que volvió tras …
el grupo de Azul regresa con disco nuevo y lo presenta en CABA

Es sabido que en la Argentina Dios está en todos lados pero atiende en la Ciudad de Buenos Aires. Y para los músicos de las provincias suele ser un lema comprobado en la práctica a base de esfuerzos, sudor, luchas e insistencias. Eso lo sabe Facón, un histórico grupo del “interior” bonaerense que volvió tras más de dos décadas de estar separados y acaba de sacar un nuevo disco que presentarán este sábado 18 de octubre a las 22 en Dumont 4040, en el barrio porteño de Chacarita.
Facón nació en la ciudad de Azul en 1994 y se destacó por fusionar folklore y rock entretejiendo canciones sobre el amor, la verdad y la esperanza, junto a retratos ásperos del tejido social de su época. Su segundo disco, Mundo caparazón, del 2000, los instaló en los escenarios de todo el país después de que Maquillando las noticias fuera incluida como cortina de la serie Primicias de Pol-Ka en El Trece.
El Ave Fénix de Facón
Tras haber editado ¡¡Adentro!! en 2003, se separaron. Y volvieron hace meses. El encuentro se selló con Ave Fénix, el flamante disco que revitaliza la fusión de folklore y rock mientras navega entre nuevos sonidos. Desde el centro de la provincia, la banda resurge con un espíritu festivo que retrata lo más profundo de lo cotidiano en tiempos de incertidumbre.
A comienzo de año, el grupo oriundo de Azul se sumergió en los Estudios Nakao de La Plata para grabar las diez canciones del álbum con Guillermo “Turco” Chiodi en guitarra y voz principal, Pieri Saldaño en charango y voz, Ricardo “Ricky” Rodríguez en violín, trompeta y voz, Agustín Scillone en bajo, guitarra y coros, Vicente Chiodi en clarinete y saxofón, y Bernardo Lupo en batería, bombo y coros.
Con la producción artística de Ponche Abraham, el cuarto disco de estudio de Facón suma la colaboración de Santiago y Valentín Andersen -El Plan de la Mariposa- en violín y guitarra eléctrica para «Un long play», Nano Campoliete -Bersuit Vergarabat- en acordeón para «Barrio la fé», Pablo Vignali en bombo para «Sonrisas nuevas»; Ignacio Montoya Carlotto en piano para «Cuando veo mi cara» y Abril Alconada en coros y sintetizadores para «Qué bien».
Entre rock-formato-canción, carnavalitos, pop, baile, baladas, blues, chamamé, chacarera y otros universos sonoros, Ave Fénix es un disco que, macerado como el vino o una buena comida, en cada escucha se va poniendo mejor.
Del rock al folklore y los ritmos latinos
El álbum abre con «Qué bien» y su primer acorde ahardday’snightesco de viola para marcar el inicio de algo nuevo, un tema que bien podría sonar en La Mega cualquier mañana: “Hay una esperanza y un por qué”.

Sigue con «Barrio la fé», ranchera y personajes queribles, como el Tano en la frutería, el Gaita García en el viejo almacén, María y su entrada triunfante; las viejas chusmas en la esquina; el truco, el vermut, el faso, y ya está chupado el Polaco Daniel.
«Un long play» no iba a entrar en el álbum. Lo tenía compuesto Chiodi hace añares. El productor (Ponche Abraham) les dijo que faltaba una canción, y el Turco se acordó de este tema, que tranquilamente podría haber creado Manuel Moretti para Estelares. Sonido pop, guitarra harrisoniana, con vientos y violín dando el toque especial a la receta musical. “Hay que salir de la zona de la infinita nostalgia”, repite el estribillo como un disco que gira y gira.
Los Amigos trae sonido latinoamericano, aire andino, dedicado “a quienes están y a quienes ya no están”. Se pregunta “quién te abraza en esta tempestad” y sostiene que la amistad son “dos almas que se vuelven una”. Y de los amigos se pasa al barrio, en la siguiente canción («Cuando al barrio llegamos»), que es original de un histórico músico azuleño, Tacún Lazarte y cuenta la historia de un barrio obrero “del cincuenta y pico”. Con frases como “cuando bombea Dios flotan vacas por la calle”.
Si fuese un LP, la cara B del disco no tendría desperdicios: arranca con Deshabitándome, primer corte de difusión. Canción del “yo” en un entorno opresivo que podría enmarcarse en el paradigma Fito-Charlyano: “Vengo desde el barro sin poder, vengo de las cosas sin lugar, vengo donde nadie puede más, vengo de morir y de matar. Voy perdiéndome, voy negándome. Soy el que no tiene que perder, nada que pedir ni para dar. Soy como el descarte de la luz. El que sobra en esta sociedad”. Y otra gran presencia del violín de Rodríguez que le da el color emocional íntimo a la atmósfera.
Llega un blues folk: «Coplas de papa«. “Ella viene desde adentro, de la tierra que pisamos”. ¿Por qué hacerle una canción a la papa? Lo responde Chiodi: “La comida es central para todos, a mí me gusta mucho cocinar, y la papa es uno de los ingredientes que siempre va con todo, de la manera que la hagas está buena siempre. Y es un alimento tan ancestral, que como dice la canción puede estar en el restaurante más lujoso o en la casa más humilde. Y la papa está presente siempre”.
Después de la seguidilla aparece otra de las canciones-hit: «Noche Luna». Cumbia rock. Imposible no moverse: “Noche de la bohemia que nos enseña y nos hace vivir”.
«Sonrisas nuevas» es de lo mejor del disco, tanto en letra como en música: “Dice el ángel de la voz que en el canto simple se enamora la canción. Vida, contame cosas buenas y hablame de la tierra y el precio del amor. Si se crece con el llanto, dímelo. Si me pierdo, a lo mejor sirva para que un día sepa valorar el sol. Vida, son reales las cadenas o prueba pasajera cuando llega el dolor. Si los días son milagros, dímelo”. Escucharla remite a atardeceres de llanuras y esas casas viejas de paredes gruesas, galería y pasto mojado que abundan en el centro bonaerense.
Para el final, «Cuando veo mi cara» cuenta con Ignacio Montoya Carlotto al piano. Pero no solo eso. La canción está dedicada a él y su historia. Y cierra con una frase que podría ser para el nieto de Estela o podría ser el propio Chiodi que se lo esté diciendo a sí mismo, o podría ser cualquiera que toma la firme decisión de buscar un camino: “Ahora sé quien soy, ahora sé quien soy”.
La música y la melodía
Hay otra máxima que dice que si Charly y Spinetta hubiesen nacido en Estados Unidos o Gran Bretaña hoy serían artistas mundiales. Agregaría un anexo local a esa máxima: si el “Turco” Chiodi estuviese transitando su vida en CABA hoy estaría sonando en las radios porteñas. “Peleador”, “Yo soy ella”, “Sobre una nube”, “Náufrago de amor”, “Cantaré”, “Los Pájaros”, “Mutante”, son temas de antaño que posiblemente podrían ser éxitos actuales.
Algunos siguen vigentes, 30 años después, como “Traicionero”, un clásico en los shows: “Una canción que cobra plena actualidad, si le estamos pidiendo la escupidera al FMI y a Estados Unidos, y la canción dice ‘vamos a gritarle traicionero, al que engañe al pueblo entero, no lo vamos a olvidar. Los alcahuetes del extranjero que devuelvan el dinero y se manden a mudar’, parece que fuera ayer –esgrime su autor–. Es una canción compuesta en los ’90 y lastimosamente los volvemos a repetir en estas épocas”.
Pero la idea es no encasillarse. No centrarse en canciones de protesta, sino fluir. Siempre con ritmos populares presentes. Cumbia, carnaval, chacarera, candombe, teñidos por el manto del rock y el pop. Violín, charango, guitarra eléctrica. Todo en el mismo combo. Y la canción como estandarte.
Alguna vez Charly contó en una ponencia que la música es ritmo, armonía y melodía, y que el problema de la industria actual es que la mayoría de las canciones son solo ritmo (y que los discos se hacen como en una oficina): “La música es una gloria, lo que pasa que no escuchamos música, el aire vibra mal”. Por eso este artículo es también una reivindicación del Turco Chiodi y de todas y todos aquellos artistas que hacen de la melodía su corpus principal y ontológico. Como cantan en Sonrisas Nuevas, del flamante Ave Fénix: “Música es todo lo que te doy”. Y no es para nada poco en estos tiempos.