El menor valor de comercialización del grano y el aumento en los precios de arrendamiento de los campos destinados a este cultivo provocan una reducción del área implantada con maní. El objetivo de los productores es acercarse al récord cosechado este año, pero en menor superficie. El informe mensual de estimaciones agrícolas de la Secretaría …
Los maniseros arrancaron la siembra con el objetivo de obtener más con menos

El menor valor de comercialización del grano y el aumento en los precios de arrendamiento de los campos destinados a este cultivo provocan una reducción del área implantada con maní. El objetivo de los productores es acercarse al récord cosechado este año, pero en menor superficie.
El informe mensual de estimaciones agrícolas de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca (SAGyP), publicado el 18 de septiembre, estima que la superficie a sembrarse para la campaña 2025/26 en todo el país rondará 470.000 hectáreas, bastante menor al salto de 532.991 has. del ciclo pasado y algo más que las 445.000 has. de 2023/24.
Más allá de la proyección oficial, desde el ámbito privado se espera un ajuste en el área sembrada, al menos en la principal provincia productora. Diego Bracco, presidente de la Cámara Argentina del Maní, anticipó a La Voz del Interior un retorno a cifras más conservadoras, proyectando entre 340.000 y 370.000 hectáreas, lo que considera un número más eficiente para su procesamiento y comercialización.
La primera estimación de siembra para la actual campaña, realizada por la Bolsa de Cereales de Córdoba, le da la razón al titular de la CAM. En la provincia mediterránea se sembrarían 268.00 hectáreas, un 14% menos que en el ciclo anterior y un 12% por debajo del promedio histórico de la última década. Sin embargo, a nivel país podría acercarse a la estimación de la SAGyP, porque los productores bonaerenses y pampeanos podrían aumentar su área como el año pasado.
De confirmarse esta reducción del área sembrada, que tiene que ver con la caída de precios por la buena cosecha de los países competidores (1.300 US$/Tn del maní sin cáscara, en promedio), pero también por el alza de los alquileres de campos y la acotada disponibilidad de semillas para lograr una expansión, el rinde estará en la mira de los productores, que tienen el desafío de maximizar sus costos e incorporar la mejor tecnología para la siembra, con el objetivo de lograr más con menos.
De hecho, los ingenieros agrónomos especializados indican que el rinde mundial promedio es 1.700/1.750 kilos por hectárea y en la Argentina, sobre todo en la zona del SO cordobés y norte de La Pampa, con buena simiente, un manejo adecuado y óptimas condiciones meteorológicas logran hasta 3.400 kg/ha. Sin embargo, también es cierto que, pese a su alta rentabilidad, el maní tiene costos de producción más elevados que otros cultivos, además de requerir una estricta rotación de cultivos.
La Argentina es el mayor exportador mundial
La proyección de la cadena manisera es obtener en el otoño de 2026 una producción cercana a 1,6 millón de toneladas de maní, menor al 1,8 millón de este año pero superior al 1,5 millón de hace dos años. Y de ese volumen exportan alrededor de la mitad como es usual, otra parte se destina a la industria, algo a semilla y otros usos, y el resto queda como stock.
Si se parte de buen material genético y el clima acompaña, se logra acceder a las líneas de crédito disponibles, se realiza una correcta aplicación de nutrientes en los diferentes estadíos del cultivo y se aprovecha la innovación tecnológica para la zafra y acopio, la próxima cosecha podría ser la esperada por los maniseros.
La consolidación del maní como cultivo estratégico en la Argentina, impulsada por su buen desempeño en los mercados internacionales, refuerza el papel del país a nivel mundial. Hay que tomar en cuenta que el consumo interno promedio ronda los 700 gramos por habitante por año, mientras que en Estados Unidos y Europa varía de 4 a 5 kg y en China alrededor de 12 kg, no sólo como snack y en golosinas, sino como manteca, pasta y aceite de maní.
La Argentina es el séptimo productor y el primer proveedor global con el 23% del total y, desde esa posición, de enero a julio de 2025 embarcó 463.000 toneladas, el mayor volumen para el período en 12 años, y sumó US$677 millones en ventas externas. En todo el año pasado logró un récord de US$1.186 millones de exportación, un 80% dirigido al mercado europeo, y sin el ancla del 15% de retenciones que fueron eliminadas.
El mundo no sólo sabe que el maní es un superalimento, también conoce la calidad del producto argentino con alto oleico y lo valora a nivel global, por eso el país se ganó el primer lugar como exportador mundial de esta legumbre comercializada como fruto seco. El segundo lo ocupa Estados Unidos, pero por su política arancelaria puso en jaque su posición y tanto Europa como Asia están reduciendo sus cuotas de ingreso al grano de ese origen.
En este contexto, la Argentina tiene una ventaja por aprovechar, aunque se sabe que las cosechas de China, India y Nigeria fueron buenas y eso tira para abajo los precios. Además, aparece Brasil como un potencial competidor, algo que ya ocurrió con la soja y en pocos años revolucionó a la cadena de la oleaginosa local.
La economía regional que más divisas aporta
El sector agroindustrial manisero situado en Córdoba constituye una economía regional emblemática, como el vino en Mendoza o la caña de azúcar en Tucumán, dedicada casi exclusivamente a la exportación y se transformó en la que más divisas aporta al país.
Aglutina a 21 firmas comerciales locales más una procesadora en Salta, mantiene 12.000 puestos de trabajo directos e indirectos y realiza envíos a 106 países. Existe también una planta de producto elaborado en Villa Mercedes, San Luis y una planta de blancheado en Buenos Aires, pero el grueso del descascarado, la selección y el secado se concentran en territorio cordobés.
A diferencia del resto de los sectores agropecuarios, aunque hay excepciones, los productores de este grano están asociados en cooperativas, las que a su vez poseen sus propias plantas industriales y sus propias operaciones de exportación, o bien mantienen convenios asociativos con las empresas industriales. El Clúster Maní incluye a los productores agrícolas, las exportadoras, empresas de transportes, logísticas, laboratorios, empresas de servicios e industrias metalmecánicas.
Y aunque el epicentro del cultivo está en Córdoba, con el 68% del área total en esa provincia y más del 90% de la industrialización del grano, varias provincias volvieron a aumentar el área sembrada en la última campaña. También se produce maní en Buenos Aires (18%), La Pampa (6,5%), Santa Fe (2,7%), San Luis (2,3%), Salta (0,45), Jujuy, Catamarca, Santiago del Estero y Tucumán (juntas 1,3%).
Las razones que llevaron a esta expansión se explican por varios factores, según la cámara. Históricamente el 70% del área se sembraba con una única variedad Runner (el confitero que reemplazó al colorado tradicional), que permitía incluir al maní en la necesaria rotación agrícola desde Salta hasta el sur de Córdoba. Pero a partir de 2016 el desarrollo genético fue determinante para la expansión geográfica del cultivo.
Las nuevas variedades no sólo permitieron escapar a la enfermedad del “carbón del maní”, más frecuente en la zona núcleo de producción y cercana a las plantas industriales, sino que también ofrecieron ciclos más cortos, de 130 a 140 días, y una mejor maduración. Estas cualidades abrieron la posibilidad de sembrar en zonas más australes, donde el riesgo de heladas es mayor.
Fuente de proteína vegetal y grasas saludables
La campaña 2024/25 finalizó los primeros días de septiembre pasado al levantarse los últimos lotes ubicados en NO bonaerense, en donde los excesos hídricos demoraron las labores. Se sabía que la expansión productiva hacia la provincia de Buenos Aires era posible por las condiciones edáficas, pero los otoños húmedos dificultan las cosechas o dejan las plantas inundadas en campos inaccesibles. Sin embargo, la SAGyP mantiene los datos de superficie y producción para esta campaña que termina en marzo del año próximo.
Este año también se incrementó un poco la exportación del aceite de maní, mientras que maní tostado, manteca y pasta se mantienen estables, todos subproductos que agregan valor a un alimento del que poco se conoce y menos se consume en el mercado interno. Sin embargo, el grueso del negocio externo está en el maní sin cáscara, que aportó US$512 millones en el período y proviene de unos 900 productores en su mayoría pequeños y medianos de pueblos del interior, aunque cada año se reduce en cantidad.
Hacia adelante hay grandes desafíos para los productores actuales y los que elijan apostar al cultivo del maní en esta campaña: los expertos señalan que el gran añadido está en el mejoramiento genético y la utilización del manejo agroecológico.
“En este trabajo está el secreto de seguir evolucionando. Si logramos tolerancia a enfermedades como Sclerotinia, que cada año se lleva una parte importante de la producción, el salto productivo sería enorme”, declaró al portal informativo TodoManí Claudio Irazoqui, presidente del Centro de Ingenieros Agrónomos de General Cabrera y Zona, Córdoba.
El especialista, además considera que el uso de productos biológicos para el maní es una historia de éxito, porque recién en 2003 empezaron a usar inoculantes y hoy más del 90% del área está inoculada, lo que permite fijar nitrógeno del aire en lugar de extraerlo del suelo. En relación a la sustentabilidad, la cadena manisera viene trabajando con agricultura regenerativa, mediciones de huella de carbono y generando energía eléctrica a partir de la cáscara de maní, que pasó de ser un residuo a convertirse en un insumo estratégico.