La Secretaría de Interior de la CGT está a cargo del titular de la Unión Obrera Metalurgica (UOM) Abel Furlán. El dirigente cuenta con un equipo de coordinadores que se propusieron la normalización de la mayor cantidad de entidades regionales posible durante los cuatro años que duraría su mandato. Al asumir aseguran que, si bien …
La secretaría de Interior de la CGT celebró haber alcanzado el récord histórico de entidades regionales normalizadas

La Secretaría de Interior de la CGT está a cargo del titular de la Unión Obrera Metalurgica (UOM) Abel Furlán. El dirigente cuenta con un equipo de coordinadores que se propusieron la normalización de la mayor cantidad de entidades regionales posible durante los cuatro años que duraría su mandato.
Al asumir aseguran que, si bien formalmente existen 82 entidades, apenas 15 se encontraban ajustadas a lo que dicta el estatuto con sus conducciones electas y sus organizaciones de base alineadas en su estructura.
A pocos días de la renovación del mandato de la CGT y el vencimiento de los actuales desde la coordinación de la secretaría del Interior anunciaron la normalización de 80 entidades. A la vez lamentaron la imposibilidad de garantizar la institucionalización de las dos restantes en referencia a la de Rosario y la de Avellaneda-Lanús.

Uno de sus principales animadores, Horacio Otero, calificó el hecho de “hito histórico” y lo atribuyó al “trabajo, la decisión y el acompañamiento”. Desde la secretaría explican que “cada normalización generó una nueva articulación fundamental, re vinculando a los dirigentes de cada delegación con los secretarios generales de las organizaciones confederadas y, primordialmente, con el Consejo Directivo Nacional”.
Otero detalló que “fue crucial recuperar las relaciones horizontales entre los propios dirigentes provinciales. Además, se logró posicionar a la CGT, organizada y electa legalmente, como un actor de la política sindical ante intendentes y gobernadores, quienes previamente no estaban habituados a tratar con una central obrera con este nivel de cohesión institucional”. De hecho, aseguran que el nivel de organización alcanzada “otorgó un renovado juego político, permitiendo aspirar a cargos políticos locales desde cada delegación y acompañar gestiones desde nuestras sedes regionales”.
Al mismo tiempo, el proceso de normalización regional refuerza la organización a nivel nacional en tanto implicó el cumplimiento estatutario de, por ejemplo, las “obligaciones económicas con la CGTRA” que a la vez se replicó en un “aumento del apoyo de fondos a sus propias seccionales, vital para solventar gastos y reparaciones de las sedes” así como la recuperación de “bienes inmuebles de la CGTRA que se encontraban ocupados, destruidos o directamente abandonados”.
De hecho, existen delegaciones normalizadas que se encontraban abandonadas desde el punto de vista institucional desde hace casi 40 años.
La normalización de las organizaciones regionales implicó también reconstruir la herramienta del Plenario Nacional de secretarios generales que no podía reunirse por falta de representación legítima. Ahora, informaron, fueron 80 las regionales que enviaron a sus representantes a los dos Plenarios Nacionales realizados en la sede de la calle Azopardo.
Horacio Otero explicó a este medio que, con el liderazgo de Abel Furlán se encaró un proceso que “implicó la movilización de 4176 dirigentes, de los cuales 1586 son mujeres” y que, los coordinadores protagonizaron “487 viajes para recorrer el país, desde Orán hasta Ushuaia, en un esfuerzo por conciliar ambiciones e intereses entre dirigentes locales”. A la vez se involucraron “179 sindicatos confederados, (ninguna organización no confederada conduce o integra) que aportaron representantes en cada una de las jurisdicciones”.
Para alcanzar el objetivo valoraron el aporte de los denominados “gremios «gordos» e «Independientes” cuya participación calificaron de “decisiva” y clave para estructurar una alianza con los gremios del transporte, la industria y los servicios.
La secretaría explicó que hubo dos regionales que no pudieron avanzar en su normalización por falta de consensos entre los sindicatos confederados y sus dirigentes y que se priorizó garantizar el proceso de unidad antes que la formalidad de una nueva regional sin representación. Por eso celebraron que “nunca se presentó una impugnación” ni fue necesario votar para ungir a las nuevas conducciones.
Para eso, explicó Otero, se constituyeron conducciones conformadas por “35 unicatos, 14 binomios y 31 triunviratos”. Más allá del reconocimiento formal a los dirigentes de los sindicatos que integran la mesa chica y sus organizaciones regionales por haber alentado y facilitado la iniciativa normalizadora, lo cierto es que Abel Furlán promueve una renovación de la conducción en la CGT que abandone el diálogo con el gobierno y abra camino a una central de perfil combativo.





