Kylie Minogue conoció a Lali y dijo “tenemos la misma energía”

Hay encuentros que parecen diseñados por un algoritmo de YouTube y otros que suceden de forma tan orgánica que rozan lo improbable. El que protagonizaron Kylie Minogue y Lali Espósito en Buenos Aires pertenece a la segunda categoría. La australiana volvió al país después de casi 17 años para presentarse en el Movistar Arena y, entre luces, coreografías y destellos dorados, lanzó una pregunta en redes que dejó temblando al fandom local: “Maybe we will meet?”. El mensaje iba dirigido a Lali. Y, sí, se conocieron.

La cita fue después del show, en camarines, con toda la estética backstage que el pop merece: abrazos, sonrisas y esas charlas que se desarrollan con las manos agarradas como si se tratara de dos amigas que se reencuentran en un casamiento. Lali, que suele moverse como pez en el agua en cualquier alfombra roja, confesó que casi se desmaya. Kylie, diva internacional de manual, la calmó con una frase que merece bordado: “Tenemos la misma energía”.

Los fans de Minogue y Espósito sueñan con el dúo

Esa línea, que podría ser un gancho de canción electropop, encendió las redes. No faltaron los memes proyectando un dueto explosivo ni los montajes que unieron Padam Padam con Disciplina. Ambas saben lo que es reinventarse y sobrevivir a la velocidad del pop: Kylie desde los años 80, pasando de estrella televisiva a icono disco, y Lali desde el teen pop de Casi Ángeles hasta su consagración como showwoman de estadio.

Más allá del brillo y la anécdota, el momento fue también un pequeño cruce generacional: la estrella consolidada que regresa a un país donde ya es leyenda y la artista local que, en otra época, habría comprado su vinilo con ahorros de adolescente. Hoy Minogue y Espósito se abrazan, intercambian redes sociales y se dedican stories. El pop tiene esas licencias narrativas que la vida real suele negar.

Por ahora, no hay anuncio de colaboración, pero la idea ya circula con fuerza. Si algo demostró este encuentro es que en el mundo de la música las alianzas más potentes pueden nacer en un camarín, después de un recital y con un par de frases bien dichas. El resto lo hace Internet.